Vuelven las aguas a su cauce? Bueno, al menos un servidor vuelve aquí, donde solía. Pero el país todavía está procesando todo lo que ha sucedido. Gustavo Alcalde, en nombre del PP aragonés, además de reivindicar postmortem el trasvase del Ebro, ha asegurado que no caben giros en la política exterior y el modelo de Estado. Pero, hijo mío... ¡Si han sido precisamente estos temas los que os han hecho perder las elecciones!

Habrá que tener paciencia. El Partido Popular, desde Aznar y el pobre Rajoy hasta Rodriguez (la murciana adoptiva) y el bueno de Atarés, sigue teniendo una extraña percepción de los hechos. Creen que la manipulación es la verdad y la verdad, manipulación. Normal: llevan cuatro años sumergidos en un proceso de distorsión informativa que les ha hecho confundir su realidad con la realidad. Porque sólo a partir de ahora empezaremos a tener una idea aproximada del nivel de manipulación producido sistemáticamente por los medios oficiales y oficiosos en esta era de la mayoría absoluta aznarí. En lo sucesivo veremos a mis colegas soltarse el pelo, tras un cuatrienio negro marcado por las purgas, las presiones y los chantajes. España ha sido sometida a un inaudito régimen de mentiras y medias verdades. Hasta el estallido final, cuando Aznar creyó que podía engañar simultáneamente a sus conciudadanos y al Consejo de Seguridad de la ONU.

El núcleo duro popular no acaba de entender lo que ha pasado (o no quiere entenderlo). Otra gente todavía está atacada por el vértigo del cambio. En cuanto a mí, si les soy sincero, apenas espero del futuro pequeñas grandes cosas: un poco más de sensatez y de respeto a la libertad de expresión. Soy un periodista ya veterano, escéptico y baqueteado, que se felicita de haber pasado los últimos años en un medio, este PERIODICO, en el que nadie me ha torcido la pluma y desde el cual he podido sustraerme y sustraerles a ustedes de la maldita irrealidad. ¿Cabe mayor privilegio?