Vivió los últimos años de los Magníficos y brilló con los Zaraguayos, aunque su mejor actuación llegó una mañana sentado en el patio de butacas del Fleta, cuando se le ocurrió cómo ayudar a los niños con cáncer. Así nació el partido de Aspanoa, que el domingo cumple 25 años.

—¿Cómo se le ocurrió organizar este partido?

—Había visto un acto de Aspanoa en el teatro Fleta y me di cuenta de que, aunque hubiese mucha gente, solo eran mil personas. Y pensé: mil por mil, un millón. Eran pesetas, hoy 6.000 euros. De ahí no se podía pasar. No cabía más gente.

—Quiere decir que pensó en que la recaudación era pequeña.

—Sí. Llamé a Félix Tolosana, que era el presidente de Aspanoa y le expliqué que podíamos utilizar a los veteranos del Zaragoza para hacer algo que llevara a miles de personas a cualquier sitio.

—¿No sabía lo que era Aspanoa cuando acudió a aquel festival de jotas?

—No tenía ni idea. Me di cuenta de lo que era al final, cuando salió Conchita Carrillo, que era quien presentaba el espectáculo, y salieron ramos de flores y unos niños pelados. Ahí entendí que era en beneficio de una asociación, Aspanoa, que entonces no la conocía prácticamente nadie. Y me quedé pensando...

—Pensando en cómo ayudar.

—Sí. Pensé en eso, en hacer algo con los veteranos, pero no sabía muy bien qué. Si ir a pueblos, hacer otra cosa...

—Pero si lo que necesitaba era un sitio con capacidad...

—La Romareda, claro. Un sitio donde podía entrar mucha gente con una entrada barata. Lo comenté y les pareció muy bien.

—¿Se acuerda del primer partido?

—Empecé con un amigo, Fernando Molinos, que estaba en los veteranos del Espanyol. Le pareció muy bien la idea.

—Tendrían hasta un equipazo.

—Sí, sí. Marañón, Solsona... Vinieron en cinco coches particulares para no hacer gasto. No quisieron cobrar ni la gasolina. Tampoco sabíamos cómo iba a resultar, cuánta gente iba a acudir.

—Resultó bien.

—Sí. Fueron ocho o diez mil personas y nos dimos cuenta de que podía funcionar.

—Tan bien funcionó que van 25 ediciones.

—Por aquí han pasado el Madrid, el Barcelona, la selección, el Atlético, la Real, el Athletic, el Osasuna, el Valencia, el Sevilla, el Betis... Han pasado los mejores clubs de España. Los que venían a jugar se iban encantados, además, de encontrarse tanta gente en la grada para ver un encuentro de veteranos.

—Se ha convertido en tradición.

—La gente está incluso esperando ese partido, además con alegría. Y arrastramos a muchos niños, en una manera más de hacer zaragocismo. Hubo un año que congregamos a más de 25.000 personas.

—Sería el de la selección.

—Puede ser, aunque influye también el tiempo que haga. Si hace buen día, la gente sale. Aunque mucha taquilla está hecha de antes, con empresas comprando un montón de entradas y particulares.

—Así salen partidazos antes de empezar.

—Es el partido más bonito del año en La Romareda.

—¿Va mucho al estadio?

—Prácticamente nunca. Es normal. Cuando dejas una profesión, estás cansado de la misma gente, los mismos sitios, las mismas cosas...

—Colgó las botas y no quiso saber nada más del fútbol. No es muy común.

—No me veía metido en ese mundo.

—Y eso que era buen futbolista.

—No tiene nada que ver. Hay mucha gente que no hace lo que le gusta. Además, el ambiente del fútbol nunca me ha gustado. Es todo una mentira. Todo menos este partido, que es digno de admiración en toda España.