—¿Es el peor mes del año para un coordinador de Urgencias?

—Sí, la época invernal y más cuando estamos en epidemia de gripe es, probablemente, el momento más complicado. El número de pacientes crece y tenemos necesidad de hacer más ingresos de personas que tienen problemas crónicos, neumonías o infecciones respiratorias.

—Parece que la gripe ya ha llegado a su pico. ¿Cómo está siendo la gestión este año?

—Todo está funcionando razonablemente bien. Hay un plan de contigencia por la gripe y existe un protocolo que se sigue para situaciones excepcionales. La dirección ya prevé ampliar camas para subir ingresos, algo que ya se ha hecho. Sin embargo, la epidemia tiene vida propia y el número de casos puede subir más rápido de lo esperado. De ahí que se hagan ajustes sobre la marcha. Se están poniendo los medios necesarios para minimizar lo máximo posible el aumento de pacientes.

—El Servet fue el hospital con más urgencias en el 2019. ¿Cuántas se podrían haber resuelto en Atención Primaria?

—Dar un dato real es prácticamente imposible. Muchas de las consultas que tenemos son dolencias que pueden parecer importantes y luego no lo son, y a la inversa. Es difícil cuantificar, pero podríamos decir, sin equivocarnos mucho, que más de un 30% de pacientes del nivel IV podrían haber ido a otro sitio.

—¿Cómo puede cambiarse esto?

—Apelaría al sentido común, pero tampoco creo que sea un problema exclusivo de los usuarios. Si una persona está con gripe, no puede ir a trabajar y le piden un justificante pero no tienen cita en su centro de salud, lo que le interesa es ir donde cree que le van a resolver el problema. Es decir, a urgencias. Es muy relativo decir que una persona podría acudir a otro sitio porque, si no hay opción real de atenderle, lo lógico es ir a lo más rápido.

—En cualquier caso, ¿falta educación en salud?

—Es un factor, sin duda, pero no el único. No me gusta decir que los pacientes tienen la culpa de lo que pasa en Urgencias, porque no es cierto. Se hacen comunicaciones de difusión, pero la experiencia nos ha demostrado que tienen un efecto limitado, sobre todo cuando desde el sistema sanitario no se ofrecen alternativas válidas. Si la opción no es adecuada, el paciente elige ir la hospital. Ahí deberíamos hacer una reflexión sobre todo esto.

—¿El paciente que se queja de las esperas en Urgencias tiene razón? ¿Lo entiende?

—Lógicamente es entendible. A alguien que viene con expectativas y tiene que esperar siempre le resulta incómodo. Pero también deben saber que nuestra función primordial es atender antes a quienes tienen riesgo de disponer de un problema grave y pueden esperar menos tiempo. De todas las personas que vienen en un día, el 50% lo hace entre las 12.00 horas y las 18.00. Ahí hay un pico asistencial muy alto y eso hace inviable ver a todas las personas en cuanto llegan a Urgencias.

—¿El personal en Urgencias es suficiente para el servicio?

—Tenemos el compromiso de cubrir cualquier incidencia o baja de manera rápida. La plantilla está prácticamente al 100% y no hay ningún problema, salvo esos momentos determinados de concentración de pacientes donde se supera la capacidad de atención. Eso no quiere decir que con más personal se pueda resolver, porque también hacen falta espacios y recursos. Las placas o algunas pruebas no se pueden hacer más rápido. Hay que asumir que cuando se produce esa presión asistencial todo se resiente y ese es un factor con el que siempre se debe contar.

—Lleva desde el 2007 como coordinador en Urgencias del Servet. ¿Qué falta por mejorar?

—Trabajamos permanentemente por intentar mejorar e introducir mecanismos que nos aseguren que la atención es la adecuada. Hace años ya aplicamos el retriaje, que nos permite volver a valorar a un paciente que lleve un tiempo esperando para saber si su situación ha empeorado. En ese caso hay que priorizarlo. En organización interna se han ido haciendo cambios para tener más personal en la franja con más demanda y eso se va revaluando por si hay que hacer cambios. Nos enfrentamos al problema de que las atenciones crecen año tras año y eso, lógicamente, hace que siempre vayamos al límite. Adecuar la demanda lo máximo posible sería importante, pero para eso hace falta una acción general en el sistema sanitario que permitiera, realmente, asumir y dirigir al paciente al lugar más adecuado.

—¿Habla de disponer de más personal y recursos?

—Eso siempre es un factor que influye. A cualquier proceso con un margen de demora si le pones más recursos, se vuelve más eficiente. Es una cuestión que a nivel de todo sistema sanitario es difícil de hacer, pero también es una cuestión organizativa de los servicios. H