-¿Qué se siente siendo la segunda autoridad de Aragón?

-Es un orgullo importante, un honor, que además me llega con una cierta edad y trayectoria. Es una gran responsabilidad pero también un privilegio absoluto ser el presidente del órgano de representación del pueblo aragonés.

- ¿Es un puesto que había solicitado usted?

-La composición de la Mesa de las Cortes siempre forma parte de las negociaciones de gobernabilidad y suele corresponder a un acuerdo global, pero esta vez ha sido a última hora, no llegábamos a cerrarlo. La verdad es que no me lo pensé mucho, lo vi como un gran colofón a una carrera política que empezó de concejal, que es lo más duro y a la vez lo más gratificante de la política.

-Usted lo conocerá bien, con 20 años como alcalde de Ateca.

-No me canso de decirlo porque es una labor dura y que recibe muy pocas loas. Pero por lo que funciona Aragón es por la labor de los miles de alcaldes y concejales que trabajan por la cara, solo por la satisfacción de ayudar a su pueblo.

-¿Con la configuración de la Mesa de las Cortes, se puede dar por hecho ya un próximo Gobierno presidido por Lambán?

-Es una cuestión difícil, pero no hay que engañarse, se marca el camino. Con los resultados electorales se imponía la transversalidad, la negociación entre partidos. Yo intentaré facilitar el escenario para que se desarrolle.

-Desde su puesto, algo podrá hacer...

-La Mesa de las Cortes no tiene muchas competencias, ya no las tenía y con el nuevo reglamento que redactamos durante la pasada legislatura, aún menos. No puede bloquear iniciativas parlamentarias, por ejemplo, como en Madrid. El protagonismo lo han de tener los parlamentarios y la Junta de Portavoces. Si el presidente es protagonista es que algo no funciona. Pero sí tengo que entrevistarme con los portavoces y proponer un candidato en diez días.

-¿Hasta donde ha estado en el PSOE, estas negociaciones van por buen camino?

-Ni puedo ni debo inmiscuirme en las conversaciones. Lo que no voy a hacer es ser un factor de presión añadida, no es mi función.

-Durante la pasada legislatura avanzaron en las vías de apertura de las Cortes a la ciudadanía y participación, ¿es la vía que quiere seguir en los próximos cuatro años o tiene otras ideas?

-Estoy muy satisfecho con cómo se desarrolló la ponencia para el nuevo reglamento de las Cortes, se avanzó mucho y se consiguió la unanimidad de siete grupos parlamentarios. Yo quiero seguir abriendo las Cortes a la ciudadanía y ahora que ya están en marcha las vías, hay que darlas a conocer más.

-¿Con ocho grupos parlamentarios, no habría que pensar en agilizar más los debates?

-Yo no voy a adoptar decisiones unilaterales, ni siquiera solo con la Mesa, porque como decía, la Juta de Portavoces es el verdadero órgano político de las Cortes. Pero sí que creo que habría que darle una repensada para agilizar los debates, de forma que en los verdaderamente importantes, con contenido social o ciudadano, podamos ser más generosos con el tiempo. Ya se redujeron los tiempos de intervención, se pensaba que era imposible, y ha funcionado. Lo bueno es que el reglamento deja muchas cosas abiertas al criterio de la Junta de Portavoces, si se acuerdan por unanimidad.

-¿Le cambiará mucho la perspectiva del hemiciclo desde arriba, teniendo que cortar a la gente que hable cuando no toca?

-A mí la vehemencia me gusta, refleja que creemos en lo que decimos y es señal de que no estamos actuando. Pero con límites, claro, como es la corrección. Y cuando se traspasan, se piden disculpas. También ha de estar acompañada de capacidad de diálogo, que no se perdido. Fíjese que en una legislatura teóricamente tan dura se han aprobado más leyes que nunca, muchas por unanimidad. Las Cortes tienen una gran ventaja, de siempre, que es la relación fluida entre los portavoces, a nivel personal. Por muy duras que parezcan las intervenciones.

-La buena relación también es propia de la Mesa, ¿cree que se mantendrá esta legislatura?

-Entre los miembros de la Mesa la buena relación es todavía más fácil porque no hay componente político, se intenta hacer lo posible para facilitar la vida en las Cortes. Y con el perfil personal de los que la integran, será así.

-Su discurso de investidura comenzó citando la violencia machista...

-Es que me preocupa que se oculte con otros nombres. El primer paso para dar varios pasos atrás es confundir. En mi discurso quise también resaltar la labor de alcaldes y concejales y de los políticos en general, porque la inmensa mayoría de los que he conocido son gente honrada. También destaqué el autogobierno, porque si hay algún sitio donde hay que defenderlo es aquí.

-¿Estas ideas no tienen a Vox en concreto como destinatario?

-No necesariamente, es que empiezan a calar en otros, que opinan que da igual el nombre que se le ponga a la violencia machista, o buscan contradicciones entre el autogobierno y España. Precisamente con el autogobierno se fortalece España. Por eso, cuando juraban «por España», yo pensaba, «no hace falta, Aragón y España son lo mismo».

-¿O sea que su discurso no implica que Vox esté apartado?

-Aquí no se aparta a ningún partido, solo a actitudes que vayan contra la libertad, la democracia y la Constitución y el Estatuto de Autonomía. Las actitudes que se salgan de estos valores no tienen cabida, pero no por partidos. Precisamente el valor de la democracia y sus reglas es que cabemos todos.