--Solo lleva entre nosotros seis meses.

--Sí, vine de México hace seis meses. Todo por Ludmila Mercerón. Nos conocimos de pequeños en Cuba, pero nos distanciamos. Yo creo que ella se impresionó cuando me conoció porque yo era actor y primer bailarín...

--¿Y por qué se distanciaron?

--Ludmila tenía quince años y me impedía tener una relación abierta con ella...

--¿Nunca tuvieron una relación?

--Nunca. Ni nos dimos un beso, jamás. Yo le hablaba y ella salía corriendo. Ella se vino a Zaragoza, yo me fui a México y a través de Facebook nos encontramos hace seis meses. Y ya nos dijimos que no podíamos perder esta segunda oportunidad.

--¿Y lo abandonó todo en México?

--Todo. Yo era presidente de la Asociación Cultural José Martí y trabajaba como director artístico. Y acá estoy. A jugármela. Mis amigos me lo reprochaban por venir a un país en crisis y sobre todo en crisis cultural.

--¿Y está contento con lo que ha visto?

--Estoy muy contento, porque en España, pese a la crisis, hay un deseo de salir adelante. No se pierde el contacto con la cultura, especialmente en la gente mayor que tiene ansia por conocer. Ya he tenido ofertas para realizar proyectos.

--Creo que mañana debuta con un espectáculo.

--Sí, hacemos Poesía y música, un espectáculo patrocinado por el PICH y que se presenta en La Vía Láctea (19.30 h.), donde se leerán fragmentos de poesía y yo improvisaré textos con el pie forzado del público. El 15 de abril lo repetiremos en Tierra maña.

--¿Hace algo de danza?

--Sí, estoy dando clases de danza terapia, que es una compilación de bailes afrocubano y bailes caribeños. Los alumnos van a participar en un proyecto que se llama Unidos por la historia y el tiempo, este domingo: a mediodía se sale de la plaza de San Felipe para dirigirse al teatro romano, con cien alumnos.

--¿Qué le ha sorprendido de Zaragoza?

--Me ha sorprendido la forma radical de los cambios climáticos. Es la primera vez que noto las cuatro estaciones. Y una de las cosas que me han encantado es el cierzo. Ese cierzo creo que ha moldeado el corazón de los zaragozanos, tan recio.

--Ya veo que nos conoce bien.

--Es que ese es el carácter. Pero me encanta, porque hay mucha sinceridad. Uno viena acá a contribuir no con ánimo de transformar. Creo que no es un pueblo que se deja manipular por cualquiera.