JOAQUÍN CARBONELL

--Ustedes tratan de que internet vaya más rápido...

--Eso es en el fondo. Que el usuario pueda disfrutar de una interactividad eficaz, de forma que cuando juega contra alguien en red, sus acciones tengan una respuesta rápida; para que lo que hace se corresponda con lo que ocurre.

--A ver si lo entiendo: cuando alguien dispara un tiro quieren que ese tiro mate...

--Así es; porque si la red va muy lenta puede fallar un tiro, que en un principio iba bien encaminado.

--¿Su campo de trabajo son los juegos de marcianos?

--(risas) Nos preocupa el tráfico que generan los juegos de marcianos... No los juegos en sí.

--Pero ustedes deben conocerlos a fondo.

--Hombre, no somos expertos. Soy bastante malo, de manera que a veces me ganan críos pequeños... Dedico el tiempo a investigar cómo se comportan los juegos y los jugadores...

--Un mundo de frikis...

--Es un mundo que pertenece al ámbito de la sociología, y ciertamente hemos colaborado con la facultad de empresariales, para estudiar estos comportamientos.

--¿Y qué fenómenos ha visto?

--Estos juegos enganchan y eso es un peligro. Hay gente que su vida es digital. Hay un chiste muy bueno: se ve a un muerto solo en el velatorio, y una corona que dice: "Tus 15.000 amigos de Facebook no te olvidan".

--Ahora llega la Navidad, da miedo...

--Hombre, están esperando el último juego, Call Of Duty 3. Y algunos se van a pegar todas las navidades sin salir de casa. Aparte de los 60 euros que cuesta.

--¿Cuál ha sido el cambio de actitud ante estos juegos?

--Que hace un tiempo se jugaba solo salvando el mundo. El gran cambio es el juego en red, que supone jugar contra otros. Saber a quién matas y si lo conoces, todavía mejor. Ganar a alguien, no a una máquina. Depende del juego, pero puede haber en el mismo escenario dos mil personas...

--Qué mundo...

--No sabes el dinero que mueve... Sin ir más lejos uno de Zaragoza me contó que había vendido un personaje creado por él, por 350 euros.

--Estudiar ingeniería para acabar así...

--(risas) Es que es un fenómeno que está ahí. Hay toda una generación que no lo entiende. Pero hay tipos de 45 años que comenzaron de niños a jugar al pingpong y son unos maestros. Universos que te crean una doble vida, que se te mete en la cabeza y te engancha como una droga.