La ciudad de Zaragoza fue una de las localidades españolas que más celebró la abdicación de Carlos IV y el acceso al trono de España de su hijo, Fernando VII, tras el Motín de Aranjuez de 1808. Pronto las esperanzas que los zaragozanos depositaron en el nuevo rey quedaron truncadas con el ardid de Napoleón: el emperador francés prometió a Carlos IV ayudarle a recuperar el reino al mismo tiempo que ofreció a Fernando VII legitimarlo como rey. Para tales fines reunió a padre e hijo en Bayona y, una vez llegaron allí, les obligó a renunciar y a ceder el trono de España. Napoleón a continuación nombró rey de España a su hermano, José Bonaparte. Fue un engaño en toda regla.

El relato tradicional cuenta que Palafox acompañó a Fernando VII a Bayona y que cuando este fue apresado por Napoleón, se escapó con el mandato del rey de intentar levantar Aragón contra el invasor francés. Cuando llegó a nuestra tierra se entrevistó con el capitán general Jorge Juan Guillelmi pero este no atendió los planes de Palafox. Entonces nuestro protagonista se retiró a su finca de La Alfranca en Pastriz. Los zaragozanos, liderados por el tío Jorge, se amotinaron y arrestaron a Guillelmi en la Aljafería por afrancesado. A continuación fueron a Pastriz a buscar a Palafox para nombrarlo capitán general de Aragón en sustitución de Guillelmi. Pasados unos días, se convocaron unas cortes aragonesas (en desuso desde hacía más de un siglo) que ratificaban y legitimaban este nombramiento y que reconocían a Fernando VII como único rey de España.

Lo que nos contaron

La historia que siempre se ha contado es que, durante la Guerra de la Independencia, en el primer sitio de Zaragoza Palafox fue a buscar refuerzos y abandonó a la ciudad a su suerte (no se esperaba la feroz resistencia de los zaragozanos y creía imposible su salvación). Sin embargo en el segundo sitio estuvo con sus hombres desde el principio hasta el final y, estando enfermo de tifus, cuando no había víveres ni hombres ni municiones suficientes para resistir a los franceses, ante la tesitura de tener que rendirse gritaba «guerra y cuchillo». Finalmente fue relevado del mando a causa de su enfermedad y Zaragoza capituló. Poco después se recuperó, lo apresaron y pasó el resto de la guerra en la cárcel de Vincennes. Se le considera, a pesar de abandonar Zaragoza durante el primero de los sitios, como un patriota y un héroe de guerra.

Lo que ocurrió

La realidad es que cuando estalla la guerra era un joven noble militar de salón, miembro de la compañía flamenca de las Reales Guardias de Corps, sin apenas experiencia de combate. Es cierto que acompañó a Fernando VII a Bayona, pero no se escapó sino que fue liberado por intermediación de su tío Francisco Melzi d’Eril y tras jurar fidelidad a Napoleón. No vino a Aragón con órdenes de Fernando. Antes de partir a Bayona ya tenía contactos con el tío Jorge, que no era labrador y que fue el principal instigador del motín contra el capitán general. El 24 de mayo Palafox llegó a Zaragoza y es destinado por su superior, Jorge Juan Guillelmi, a Madrid. Pero Palafox no cumplió las órdenes y se reunió en el Palacio de Sástago con varios conspiradores para ultimar la sublevación y preparar la formación de una Junta. Ese mismo día, grupos dirigidos por el tío Jorge acudieron a la Capitanía y exigieron la entrega de las armas y de las municiones custodiadas en la Aljafería, donde encierran a Guillelmi. Cuentan que al día siguiente el tío Jorge fue a buscar a Palafox a su finca de La Alfranca y a escoltarlo hasta Zaragoza, donde es nombrado capitán general de Aragón.

Parece que todo es una urdimbre y una parafernalia orquestada por el propio Palafox, que se subleva contra su superior y da un golpe de Estado. Ni siquiera está claro por qué bando se decantaba. Organizó una Junta con gente afín, entre los cuales hay afrancesados. Poco después se descubrió que uno de sus colaboradores, Francisco Cabarrús, había sido nombrado para un alto cargo por el francés Joachim Murat. Durante la primera semana dio varios bandos, pero en ninguno se refirió a Fernando VII como rey legítimo. Publicó un folleto en que suprimió el escudo real y lo sustituyó por el de Aragón. Controló a la prensa, expulsó de sus cargos a sus oponentes y colocó a amigos en su lugar. Para revestirse de legitimidad convocó unas Cortes el 9 de junio y falseó el acta de las mismas. Jugaba a dos bandas y el clamor popular hizo que se decidiera por adoptar el bando de los antifranceses.

Premiado por la historia

Como militar fue nefasto. No entraré en detalles pero no sería atrevido decir que las tropas españolas sublevadas contra los franceses ganaron con su apresamiento, ya que se libraron de un alto mando incompetente. Sin embargo, tuvo la fortuna de estar casi siempre en el bando vencedor en todos los conflictos que tuvieron lugar hasta su muerte en 1847. La historia le recompensó por ello e hizo que se olvidaran a grandes héroes ya fuera por sus ideas o sus posiciones políticas, como fue el caso de Telesforo Peromarta.