Yanileth L. B., una joven vecina de Zaragoza, cogió su coche la madrugada del 31 de julio del año pasado, y sin saber cómo acabó tomando la autovía A-1 en dirección contraria, en el burgalés Condado de Treviño, causando una colisión con dos coches que dejó a una mujer de 47 años fallecida y otros cuatro heridos, tres de ellos graves. Cuando la atendían los sanitarios, y ante las preguntas de los primeros agentes de la Guardia Civil, la mujer afirmó que al conducir «seguía órdenes de Jehová», que iba «en busca del cielo» porque Dios «se lo había anunciado». Pero lo que encontró fue un proceso judicial por homicidio y lesiones en el que ni siquiera está claro que se vaya a tomar en cuenta este aparente delirio, ya que los forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) que la examinaron ven indicios de que simula su locura.

El caso está bajo investigación de un juzgado de Miranda de Ebro, pero por el momento el fiscal burgalés no parece muy proclive a reconocer la locura de la mujer, aunque tenía precedentes.

BROTE / Según figuraba en los registros de la Guardia Civil, en el 2014 su por entonces marido denunció su desaparición, después de coger el coche y sufrir un brote psicótico que la llevó hasta un aparcamiento de Pamplona, de donde no supo salir. Un brote que ella asoció entonces al consumo de cannabis.

La joven, de origen colombiano pero nacionalidad española tras muchos años residiendo en Aragón, no tiene familia en España pero encontró consuelo y apoyo en una congregación de los Testigos de Jehová, religión que ya profesaba en su país natal.

Pasados los años, y según explicó durante la investigación, tras el accidente, se encontraba en una situación delicada, con una inminente amenaza de despido en el trabajo y otros problemas de posible acoso laboral de tinte xenófobo. En una reunión de su congregación, sus compañeros comenzaron a encontrarla extraña. Y aquella noche, sobre las 2.00 horas, cogió su vehículo y emprendió otra huida, que la llevaba a Vitoria «como podría haber sido a Madrid o a Barcelona», explicó a los investigadores.

Pero en un momento dado, en las inmediaciones de la localidad burgalesa de La Puebla de Arganzón, entró en un ramal de la autovía A-1 en dirección contraria. Tras recorrer varios kilómetros por el carril derecho, acabó por toparse con dos turismos que circulaban correctamente, y que no pudieron esquivarla. En uno murió una pasajera, una mujer de 47 años, francesa de origen brasileño, y otros tres ocupantes, incluído el conductor, resultaron heridos graves, como la propia conductora kamikaze. En el segundo viajaban otras cuatro personas, pero solo el conductor resultó herido leve.

Al ser atendida, tanto los sanitarios como la Guardia Civil la encontaron desorientada y con los aparentes delirios, que ratificó luego a los sanitarios que la atendieron en días posteriores hablando de una «voz interior», distinta a la conciencia, que la guiaba.

Avanzado el proceso, el juez consintió en trasladarla a Zuera, más cerca de sus allegados, y fue sometida a un análisis mental por parte de dos equipos de peritos forenses del IMLA. Según los tests a los que fue sometida, una psicóloga y una trabajadora social destacaban que en su «fuga disociativa» (una huída de la vida habitual, relativamente frecuente en brotes psicóticos) faltaban indicios habituales. No presentaba la amnesia propia de estos (recordaba todo hasta el accidente, aunque no supiera explicar por qué tomó mal la salida), ni pérdida de identidad, ya que los propios sanitarios del hospital vasco al que la llevaron la notaban orientada, aunque destacaban cierto delirio y que hablaba sola. Los forenses aragoneses consideran que podría estar simulando su locura.

La mujer sigue presa, ya no en Aragón, en espera de juicio.