El joven de 33 años que el pasado viernes se amputó el pene en su vivienda de la capital aragonesa evoluciona favorablemente en el hospital Miguel Servet de la capital aragonesa, después de que los médicos de este centro consiguieran reimplantarle el miembro viril. Según su entorno, este chico de origen inglés estaba bajo los efectos del alcohol en el momento en el que ocurrieron los hechos.

Un consumo que unido a sus antecedentes psiquiátricos podrían haber motivado que se cortara el pene en el interior del domicilio en el que residía, en el número 3 de la calle Calatayud de Zaragoza. Fue en las inmediaciones de su casa donde agentes pertenecientes a la Unidad de Refuerzo Flexible (antigua UAPO) de la Policía Local observaron al herido en plena vía pública. Según Heraldo, les llamó la atención que iba manchado de sangre y que cuando se acercaron, él les dijo que tenía el pene amputado. Rápidamente llamaron a una ambulancia que le trasladaron al hospital universitario Miguel Servet. Su vida estaba en peligro ante la pérdida de sangre que estaba sufriendo.

El muchacho no estaba solo en el momento en el que fue atendido por los agentes, ya que, tras cortarse el pene, en el interior de su casa -en la que se alquilan habitaciones- había otras personas que rápidamente trataron de ayudarle. Uno de sus compañeros de piso llegó a introducir el miembro viril en el interior de una bolsa de basura limpia. La rapidez con la que fue trasladado al hospital y que no estuvo expuesto a agentes bacteriológicos durante un largo período de tiempo fue lo que permitió que especialistas en Cirugía Plástica y Urología pudieran reimplantárselo.

La Brigada de Policía Judicial de la Jefatura Superior de Policía de Aragón ha asumido la investigación para tratar de determinar si hay más personas implicadas en este caso. No obstante, según mantuvo el propio herido ante la Policía Local y ante la Nacional, no habría ninguna duda de que se autolesionó. Las declaraciones de sus compañeros de piso también lo confirman.

En el edificio en el que residía hasta el viernes este joven no salían ayer de su asombro. «Nos íbamos a cenar cuando al entrar en el ascensor nos asustamos porque había muchísima sangre, pero el portal estaba... que no sabíamos qué había pasado», señala uno de los vecinos que prefiere mantenerse en el anonimato. «No sé cómo se ha salvado con el gran charco de sangre que dejó a su paso», apostilla.

Otros residentes del número 3 de la calle Calatayud recuerdan que se enteraron cuando oyeron gritos de varios pisos superiores. «Una voz masculina le llamó por su nombre, que no me acuerdo y le dijo que le esperara, cuando vi ese reguero de sangre, supe que era de él. No era normal ese tipo de voces», asevera. Este edificio de seis plantas situado en el centro de Zaragoza está ocupado por un gran número de estudiantes, por lo que el trasiego de personas es frecuente.