Ayer acabó la incertidumbre y llegó la pena para la familia y los amigos de los dos jóvenes franceses que desaparecieron el pasado viernes cuando regresaban a casa desde Zaragoza. La Gendarmería encontró sus cadáveres en el coche en el que viajaban en el lado francés del Portalet, donde al parecer se despeñaron unos 30 metros por un acantilado tras salirse de la carretera, según la prensa gala. La Guardia Civil apenas recibió ayer confirmación del fallecimiento, sin más datos.

A falta de los resultados de la autopsia, todo parece indicar que Julien Pérez-Piguet y Sarah Mazerolles murieron el mismo viernes por la noche, cuando recorrían la sinuosa carretera de montaña y se salieron de la vía a la altura del desfiladero de Tourmont. El coche fue encontrado, parcialmente cubierto de nieve --era blanco-- bajo un antiguo puente, en el río que discurre bajo el desfiladero. Al parecer, murieron en el acto.

Montse, familiar de Sarah, agradeció ayer el apoyo de todo el mundo que ha estado interesándose y colaborando en el caso. Horas antes de conocer el fatal desenlace de la búsqueda --les encontraron sobre las 14.00 horas, y se lo comunicaron sobre las 18.00 horas-- ya admitía que a la familia le había llegado el "bajón" tras una semana de búsqueda infructuosa y necesitaban un descanso.

No tiene explicación de por qué escogieron el Portalet, en lugar del Somport, más habitual y fácil. Los amigos de los jóvenes indicaron que la ruta era la seleccionada por defecto al introducir el destino --Pau-- en el GPS desde Zaragoza. "Sarah solía ir por el túnel", aseguró.

INVESTIGACIONES

Con el hallazgo concluyó una intensa semana de investigaciones por parte de la Guardia Civil y la Gendarmería, que inicialmente había descartado que hubiesen atravesado la frontera. Ayer por la mañana, el instituto armado había ampliado el radio de búsqueda al valle del Aragón, desde el que al parecer llegó la última señal del móvil de la chica por un rebote a la antena de Canfranc. El helicóptero se retiró a media mañana al arreciar el viento.

También comenzaron los rastreos en los embalses de Búbal y de Lanuza, con ayuda del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas.

Los agentes han contado desde comienzos de esta semana con el apoyo de los amigos y familiares de las ya víctimas, que se desplazaron a Canfranc para recorrer caminos y carreteras en su busca, pegando carteles.

Entre ellos estaban los estudiantes de la Universidad San Jorge de Zaragoza, a los que el rector dio permiso para ausentarse y colaborar en las labores. Ambos jóvenes estudiaban fisioterapia en el centro, y de allí partieron para volver a sus localidades --Pau, la de Julien, y Caubios-Loos, la de Sarah-- a pasar el puente festivo.

Aquel viernes, un empleado de una gasolinera de Villanueva de Gállego les vio echando gasolina a primera hora de la tarde, pero su pista se perdió hasta las 20.30 horas, cuando la señal del móvil de ella fue captada por la antena repetidora de Canfranc, que al parecer despistó a los investigadores sobre el itinerario que habían escogido los jóvenes en el fatídico viaje.