Dos ingenieros aragoneses, Luis Martín y Jorge Mata, crearon la academia a la que les hubiera gustado asistir de niños, cuando soñaban con ser inventores. Su labor les ha llevado a ser elegidos entre los 50 jóvenes líderes más influyentes del 2020 por la Panafrican Youth Leadership Foundation. «Cualquier persona que tenga imaginación es inventor», defienden. Y desde su proyecto, Academia de Inventores, buscan dar a niños y niñas la oportunidad de desarrollar la vocación que ellos también tuvieron un día.

Esta iniciativa y otros de sus proyectos (que van desde un logo viviente hasta una nueva familia de robots) han hecho que se cuelen en la lista de esta fundación, que busca «empoderar a los jóvenes» con referentes africanos y europeos. «No somos los más influyentes a nivel político o económico, pero sí en nuestro sector de trabajo, que es la educación en nuevas tecnologías», relata en una conversación con Efe Luis Martín, un ingeniero industrial que con 30 años puede presumir de conocer bien el mundo del emprendimiento.

Una inquietud que comparte con su socio en Academia de Inventores, una escuela zaragozana en la que curiosos alumnos a partir de los tres años aprenden sobre ciencia, robótica, electrónica, mecanismos y programación. «Nosotros también contamos con esta vocación de pequeños inventores desde que tenemos noción de conocimiento y estamos dando a los niños y niñas la formación que nos hubiera gustado recibir», comenta Jorge Mata, un ingeniero electrónico de 29 años que todavía atesora un cuaderno infantil en el que pegaba recortes con toda la información que encontraba sobre robots.

Lo que no se enseña

El objetivo de ambos era crear «el sitio donde formarnos en inventos que nunca nadie nos había enseñado, ni siquiera en la carrera», relata Martín, que formó junto a Mata y a Esther Borao esta academia, que presume de ser la primera en el mundo dedicada a a la materia. Más adelante, la iniciativa llamó la atención de Edelvives, que se sumó al proyecto. Cuando iban a comenzar la expansión a otras ciudades, a comienzos de este año, la crisis sanitaria del coronavirus que precipitó el final de curso.

«Se cerró todo pero decidimos que el equipo, unas diez personas, siguiera trabajando desde casa. Avanzamos en el contenido como si el curso no hubiera acabado y planteamos nuevos escenarios en los que trabajar, como la formación virtual», explica Martín, quien destaca el empeño que ponen en crear kits de materiales propios para los alumnos, lo que diferencia a la academia de otras opciones extraescolares.

«No te llega una caja con todos los componentes y los ensamblas, sino que tienes que aprender a lijar, barnizar, soldar y, por supuesto, programar. Es un compendio de todo lo que necesitas para crear algo desde cero», señala. En el caso de que para el próximo curso no pudieran realizar todas las actividades de forma presencial, cuentan ya con todos los recursos para que los niños, gracias a la digitalización y los paquetes de material, puedan trabajar desde casa. Una tarea difícil, reconocen, cuando se trata de algo tan práctico.

Por eso, relatarán su experiencia y tratarán de demostrar a otros jóvenes que la digitalización es posible en su conferencia en la cumbre Global Leaders Summit, organizada en el marco del proyecto euroafricano, y que este año se celebrará de forma online durante los días 4 y 5 de septiembre. El encuentro busca ser un punto de debate en el que compartir experiencias entre jóvenes líderes procedentes de distintas partes de Europa y de África, y este año estará centrado en el liderazgo y negocios sostenibles en la «era postcovid-19».

Conectar

«Hace dos años en los colegios se pensaba en por qué digitalizarse, por qué abandonar los libros y meterse de lleno en las nuevas tecnologías. Y ahora nos damos cuenta de que si no fuese por esa digitalización desde tan pequeños en estos momentos tendrían muchísimas más dificultades», reflexiona Mata.

El mensaje que pretenden transmitir a otros emprendedores es que la digitalización de la empresa «no es un lujo, sino una necesidad para poder conectar con los clientes». Y aunque su mayor deseo es que sus alumnos vuelvan al laboratorio en septiembre, pretenden mostrar a otros jóvenes cómo estar preparados con una premisa que no se escucha muy a menudo: «las herramientas ya están a nuestro alcance y no es necesario invertir mucho dinero para digitalizar un negocio».