No hace falta que los vecinos de Garrapinillos dispongan de poderes adivinatorios para saber cuándo su cartero ha enfermado o se ha marchado de vacaciones. "En cuanto viene uno nuevo, se le reconoce enseguida por cómo va vagando de camino en camino, mirando los buzones aislados que cuelgan de los postes a 500 metros de distancia de la casa más cercana. No hay más que ver las cartas que no llegan a su destino y que son devueltas a Correos", explica Bernardo Cambra, presidente de la Asociación de Vecinos San Lorenzo.

En el momento en el que se sale del casco urbano de Garrapinillos, comienza el caos. En los caminos no existe señalización de ningún tipo y de poco sirven las referencias de los mapas del Ayuntamiento de Zaragoza porque la relación de nombres de las torres no coincide con la situación marcada en el papel. "No ha habido control. Ahora mismo hay varias torres con el nombre Aparicio y cada una se encuentra en un punta distinta. ¡Si hasta la Guardia Civil se vuelve loca!", exclama Vicente Rubio, el presidente del otro colectivo vecinal del barrio, el de Torre Morales.

Buscada por la Policía

Hace unos días, una mujer se dirigió a él muy preocupada. "Una patrulla de la Policía Local estuvo varios días detrás de ella para notificarle que el día de las elecciones tendría que estar en una de las mesas. No podían encontrar la torre porque el nombre no aparecía por ningún lado. ¡Menuda angustia llevaba encima la pobre mujer cuando le dijeron que los guardias la buscaban!", recordó.

Su vecino, Bernardo Cambra, guarda en su memoria otros ejemplos mucho más preocupantes que el anterior. "Una familia tuvo que llamar urgentemente a una ambulancia porque le dio una subida de azúcar muy fuerte a uno de ellos. No hubo forma de aclarar dónde tenían la vivienda así que tuvieron que coger al enfermo y sacarlo en medio del camino para que lo viesen", explicó.

Tanto la Alcaldía del barrio como el Ayuntamiento de Zaragoza conocen el desajuste entre los datos del registro y la situación real. Se trata de una cuestión que ya fue abordada en una reunión mantenida entre el teniente de alcalde de Urbanismo, Antonio Gaspar, y el representante municipal de Garrapinillos, Mariano Blasco. No obstante, todo cuanto se les dijo fue que se estudiaría la posibilidad de realizar una renumeración del diseminado de viviendas.

"No creemos que sea tan difícil poner al día los datos del registro. Los políticos saben que incluso pueden contar con nuestra ayuda en caso de dudas con algunas torres o caminos antiguos de esos que sólo conocen los que viven allí", apuntó Bernardo Cambra. Tampoco entienden cómo no pueden gastarse unos pocos euros en señalizar los caminos. "Los únicos carteles que hay en estos momentos son privados, hechos por los propietarios de cada casa para que la familia sepa llegar", añade.

En vez de Garrapinillos, los vecinos creen que sería más oportuno utilizar el nombre de Babel, por el caos. "Por no señalizar, no indican ni dónde hay que coger el autobús. Tenemos unas paradas del año de la tarara", denuncia Vicente Rubio mientras señala una placa oxidada rodeada de matojos, en el arcén. El tiempo ha borrado el dibujo de un autocar negro que decoraba el cartel. Ni recuerda de qué año son las frecuencias que marca.