Veinte días es el tiempo que han permanecido entre rejas los tres miembros de la banda chilena detenidos a principios de mes por, supuestamente, desvalijar un centenar de viviendas unifamiliares de Zaragoza y provincia. Durante el operativo, la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Jefatura Superior de Policía en Aragón se incautó del mayor alijo de joyas intervenido hasta la fecha en Aragón.

La puesta en libertad la tomó el titular del Juzgado de Instrucción número 11 de Zaragoza, Luis Fernando Ariste, tras solicitarlo la defensa de los arrestados, Yaritza Paulette O. A., (embarazada), Víctor Hugo F. G. y Cristian Antonio C. M., de entre 20 y 24 años. La Fiscalía no se opuso a la supresión de esta medida cautelar que ya se ha hecho efectiva y que ha hecho que estos tres sospechosos estén actualmente viviendo en la capital aragonesa. De hecho, actualmente se hospedan en un hostal de la ciudad, ya que no se les ha hecho entrega de la vivienda de Ricla (Zaragoza) en la que residían hasta su captura y que les servía como almacén del botín sustraído. En el interior de la misma, los agentes del Grupo de Robos aprehendieron 125 anillos, 120 pulseras, 115 colgantes, 80 pares de pendientes, 50 relojes, bolsos, prendas de ropa y zapatos -todos ellos de primeras marcas-, así como 30.000 euros en efectivo.

Para el abogado de los encausados, David Martí, la puesta en libertad «está más que justificada», ya que «hay indicios, pero no pruebas en contra de ellos». «Ni hay pinchazos, ni huellas en las casas», apunta, mientras se pregunta: «¿Y si todas esas joyas las han comprado?». Una argumentación que, de ser aceptada por el juez instructor, rebajaría de forma importante los años de prisión a los que se enfrentan estos tres jóvenes, ya que pasaría de los cinco años del delito de robo con fuerza en las cosas a los dos años por un delito de receptación.

Los miembros de esta banda fueron calificados por la Policía como «muy violentos» a raíz de sus antecedentes, entre los que destacan hurtos, robos con violencia y hasta un asesinato en su país de origen.

Actuaron en urbanizaciones como Montecanal, Torres de San Lamberto, así como en municipios como Utebo, El Burgo o Ejea. Tan solo emplearon cinco minutos en desvalijar las casas, ya que eran conocedores de que muchas de ellas tenían sistemas de alarma de seguridad. No obstante, siempre eligieron viviendas en las que no hubiera nadie dentro y durante el fin de semana.