José Antonio M. B. y su madre, María Teresa B. R., estuvieron alojados desde el 13 de febrero hasta el 5 de abril en el hotel Romareda de Zaragoza, que abandonaron sin pagar los más de 3.800 de factura. Algo que tanto para la Fiscalía como para el propio hotel, como acusación particular, fue una estafa, por la que ayer pidieron un año de cárcel para cada uno y el abono de la deuda.

Según explicaron el propietario y el jefe de la recepción, la pareja se alojó en principio para dos días, y el hombre aportó la tarjeta de crédito que exigen como garantía. Pero no comprobaron si tiene fondos. El acusado afirmó que «en ese momento, sí» había. Al alargar la estancia, los responsables del hotel le fueron pidiendo que abonase parte de la cuenta, y él les dio unos 150 euros en metálico. No acertó a explicar a la fiscala por qué no pidió que se lo cargaran en la cuenta.

Así, la mujer vivía en el hotel y el hijo se iba temprano y volvía de noche, explicando sucesivamente que tenía una empresa con la que estaba construyendo un hotel en un pueblo de Teruel (por lo que pidió una factura) o que su contable había hecho la transferencia, pero tardaría en llegar. Según el acusado, «mi socio tenía que haber pagado», pero la empresa se arruinó.

Cuando el hotel le dio un ultimátum, su madre cogió las maletas y se fue a otro lujoso establecimiento, el Meliá. Según los acusados, para esperar a un amigo con el que se alojarían; según la Policía, para intentar alojarse allí. Pero la mujer dio la tarjeta de su hijo, y allí sí comprobaron que no tenía dinero.

La Policía, alertada por el primer hotel, les arrestó. El agente que declaró indicó que el hombre tenía antecedentes, pero según fuentes consultadas sus tres reseñas eran por otro tipo de estafas.