Tres familias zaragozanas solicitaron ayer, en el curso de un juicio por vía civil, que se declare válido el contrato firmado en 1999 por el que adquirieron sendas viviendas en una urbanización de La Puebla de Alfindén.

Sus contratos, que recogían precios entre 80.000 y 90.000 euros, fueron rescindidos por la empresa constructora, Zaragoza de Promociones 3000, que alegando que los costes de construcción se habían disparado, incrementó el coste final de las viviendas en unos 18.000 euros. Zaragoza de Promociones ha sido objeto asimismo de una querella por vía penal por una supuesta estafa.

La urbanización comprendía un total de 43 chalets adosados. Siete propietarios se negaron a abonar el sobreprecio y tres de ellos, que ya habían pagado la práctica totalidad del precio, exigen ahora que se les entreguen las casas por el montante pactado. Sin embargo, las viviendas fueron vendidas a otra empresa, Tarsis, que terminó de construirlas y las vendió a otros compradores.

"El coste se había desviado de forma extraordinaria debido a factores no previsibles cuando se firmó el contrato y, ante la imposibilidad de terminar de construir las viviendas, se solicitó a los compradores el coste suplementario", explicó en la vista oral, celebrada en el Juzgado de Primera Instancia, el abogado de la parte demandada, Pablo Malo.

El letrado explicó que las obras de urbanización, competencia del Ayuntamiento de La Puebla, no se realizaron hasta los años 2001 y 2002, año en el que, según un perito de la parte demandada, los adosados alcanzaban un precio de coste de 120.000 euros.

Los abogados de la parte demandante (Andrés Jiménez, Carlos Boudet y Pascuala Martínez) señalaron que la promotora había rescindido unilateralmente el contrato firmado, hecho que calificaron de "contrario a la legalidad".

"El cumplimiento de los contratos no puede dejarse únicamente al arbitrio de uno de los contratantes", señaló Carlos Boudet.

El arquitecto que asumió la dirección de las obras de la urbanización tras la venta de varios chalets a Tarsis manifestó, por su parte, que la aparición de un río subterráneo "obligó a recalzar toda la cimentación".