¿Hubo violencia policial en la detención de dos manteros en las fiestas del Pilar de hace cuatro años? La Audiencia Provincial de Zaragoza, que este martes por la mañana ha celebrado el juicio por esta actuación, será la que dé una respuesta en una sentencia. En el banquillo se sentó uno de los policías locales, que afronta cuatro años y medio de cárcel por herir en la cabeza a uno de los senegaleses con la culata de su arma reglamentaria, y los dos jóvenes que se dedicaban a la venta ambulante, a los que Fiscalía solicita 18 meses de cárcel por el delito de atentado. La versión de los hechos difiere, según quién relate lo acontecido aquel 13 de octubre del 2019 en la céntrica calle Lacarra de Miguel, en la capital aragonesa.

Serigne M. T. aseguró que él no es ningún mantero. Que se encontraba en la calle hablando con un conocido, donde había “unos diez chicos con sus mantas”. “Comenzaron a correr y yo también lo hice, vi que tiraban a una mujer al suelo y como sé que la Policía siempre quiere detener a alguien para culpabilizar yo quise salir de ahí”, afirmó este joven a quien le constan antecedentes penales por venta ambulante, si bien, según añadió, en la actualidad trabaja en el campo.

Este joven reconoció que no vio el momento de la agresión al otro procesado, Souleymane C., porque estaba siendo reducido por el otro de los agentes que actuaron. “No vi la caída, ni la pistola en el suelo, solo vi que el policía la llevaba en la mano”, recalcó.

Quien sufrió la agresión, Souleymane C., insistió en que la actitud de los agentes “fue agresiva”. “Me empujó contra el suelo, me dio con la pistola en la cabeza y pensé que me iba a matar, que no iba a salir de ahí con vida”, señaló a preguntas del fiscal José Luis Hedo, quien ejerce la acusación contra los dos manteros y pide la absolución con respecto al agente. “Yo no le pegué. Ni toqué al policía”, insistió el encausado, quien recalcó que el agente le dijo que se callara mientras le decía “hijo de puta”.

Frente a ello está el relato de lo acontecido que dio el agente. Este reconoció que le pegó con la culata de la pistola en la cabeza, si bien explicó, a preguntas de su abogada defensora, Olga Oseira, que fue porque la pistola cayó al suelo durante el forcejeo y tuvo que quitárselo de encima de alguna forma para evitar que la empleara. Una explicación que la letrada Eva María Parra, que asiste a Souleymane C., trató de poner en duda porque el golpe “presentaba dos golpes y uno fue en la nuca”. “En una actuación de estas características uno no está totalmente erguido, te caes al suelo y, por ejemplo, este hombre cayó sobre unas bicicletas”, contestó el agente municipal.

“No tuve ninguna intención de hacerle daño, traté de evitar que se apoderara del arma de fuego”, concluyó.

Su compañero de patrulla incidió en esta misma versión, llegando a añadir que “si hubiera conseguido coger la pistola, él hubiera tenido que desenfundar la suya”. “No me ha pasado nunca que se caiga el arma reglamentaria, pero cuando uno va de paisano la funda tiene menos agarre”, aseveró.

Este miembro de la Policía Local de Zaragoza también quiso dejar claro que estos dos jóvenes salieron a la carrera y no depusieron su actitud, pese a que en varias ocasiones les gritó: “Alto, Policía”. También incidió en que él sufrió lesiones y que tuvo que ir al hospital, lugar al que ellos mismos trasladaron al herido.

El abogado de la Asociación para la Defensa y Promoción de los Derechos Civiles, Chabier Mallor, propuso el interrogatorio de tres testigos, quienes reconocieron que “no recordaban bien los hechos”, si bien afirmaron que el policía iba con la pistola en la mano durante la persecución. Todos ellos se encontraban en la terraza del bar Atípico cuando ocurrió la actuación policial. El juicio continuará este miércoles.