Dos hermanos con un parecido tan similar que parecen gemelos se sentaron este miércoles en el banquillo de la Audiencia de Zaragoza por, supuestamente, agredir a una mujer a la que dejaron tuerta durante el robo de un teléfono móvil. Conscientes de la igualdad física, incluso llevaban el mismo tinte en el pelo, jugaron al despiste para tratar evitar una condena. Les sirvió al inició de la investigación policial, pero la víctima no dudó en señalar a uno de ellos "porque es el que tiene la espalda más ancha". Se trata de José Alberto N. G., que afronta 11 años y medio de cárcel que solicitó el fiscal José Luis Hedo.

Pero el tribunal provincial no lo tendrá tan fácil, ya que el abogado defensor de uno de ellos, Alejandro Sarasa, llegó a recordar que la víctima afirmó que el autor tenía "los dientes hundidos". El letrado pidió que los acusados se bajaran la mascarilla y sonrieran para que ella hiciera un reconocimiento in situ, si bien ella aseguró que "lo dijo cuando estaba aturdida en el hospital, donde tuvo que se intervenida quirúrgicamente". Se da la circunstancia de que el que tiene ese tipo de dentadura no sería el de la espalda ancha, sino el otro.

La víctima recordó que los hechos ocurrieron sobre las 20.30 horas del 28 de abril del 2019 en la calle Burgos. Sin conocerlos de nada, los encausados comenzaron, supuestamente, a increparles con expresiones tales como: «Hemos visto a dos negros muy feos», y «fuera de aquí negros, tenéis que iros a vuestro país», lanzándoles una lata de cerveza, que no les llegó a impactar, cuando les pidieron explicaciones de su inadecuado comportamiento. Tras ello, la citada pareja decidió marcharse para evitar tener problemas. Entonces, los procesados comenzaron a perseguirles. Estos, por miedo, aceleraron la marcha, quitándose la mujer sus zapatos de tacón para poder ir más deprisa. Pero no consiguieron zafarse, fueron alcanzados a la altura del número 15 de esa calle.

"Me dio un puñetazo que me tiró al suelo y ya cogió y reventó el ojo de dos taconazos", señaló la víctima, quien destacó que desde ese momento "tiene problemas para encontrar trabajo" y emocionales. "No es de gusto tener que quitarse el ojo de cristal por las noches y tenerlo en la mano", afirmó.

Esta mujer también recalcó que Gerardo Francisco N. G. estaba aplaudiendo y riéndose durante la agresión. No obstante, la mujer destacó que "cuando vieron el ojo fuera se asustaron y se fueron corriendo".

Los agentes que detuvieron a los encausados destacaron que tenían una actitud huidiza, si bien ellos no pudieron determinar quién es el autor, si bien se apoyaron en un testigo que reconoció a uno de ellos. Sin embargo, durante el juicio no pudo identificarlo.