La profesora de Derecho en la Universidad de La Haya, la zaragozana Marina Lostal, sostiene que la sentencia de La manada «no se atiene a la justicia internacional» y cuestiona el razonamiento de los jueces por interpretar el silencio de la víctima como un sí cuando se reconoce, además, que la joven se sintió coaccionada.

En otros países como Suecia o Irlanda el código penal exige que el consentimiento en actos de índole sexual sea claro para descartar la violación, algo que no ocurre en este caso. Lostal, especialista en derecho penal internacional, prepara un artículo académico junto a Jessica Lynn Corsi, licenciada en la Universidad de Harvard y Máster en Derecho por la Universidad de Cambridge, donde esta semana ha defendido su tesis sobre violación y agresión sexual.

Ambas harán llegar su análisis a medios anglosajones y revistas especializadas dada la enorme repercusión y rechazo que ha tenido este caso también en Europa. Tras analizar la sentencia, Lostal detecta tres prácticas que pueden ser «absolutamente criticadas». La primera de ellas es la interpretación que hacen de la parálisis que vive la víctima: los jueces interpretan su silencio como un sí y concluyen que prestó su consentimiento de manera viciada.

La segunda práctica que Lostal y Corsi cuestionan es que los jueces no consideran como ambiente intimidatorio que la víctima estuviera acorralada por cinco hombres en una clara situación de inferioridad. La sentencia describe que la joven se encuentra coaccionada o presionada, pero no concluye que sea «intimidación». Esto habría elevado la pena a violación.

Por último, el tercer problema de interpretación señalado por las profesoras es que la sentencia analiza la personalidad de la víctima, pero no la de los acusados, lo que refleja una discriminación estructural hacia las mujeres. De ella se dice que es animada o espontánea, incluso que no es virgen. «Eso no la hace menos víctima si al día siguiente sufre una violación», zanjan.