Marta, la estudiante gaditana que hace tres años fue rescatada por la Policía de un piso de Zaragoza en el que, supuestamente, estaba siendo explotada sexualmente, volvió ayer a ver a uno de los sospechosos. Fue en el Juzgado de lo Penal número 3 de Zaragoza, donde Javier M. M. se sentó en el banquillo por unos hechos que podrían acarrearle cinco años de prisión.

Detrás de un biombo volvió a relatar el horror que durante dos meses vivió en la capital aragonesa, ciudad que eligió para realizar sus estudios universitarios y en donde esperaba tener un futuro profesional lejos de los índices de paro de Cádiz. «Cuando estaba de camarera en el bar Hogar Extremeño conocí a Javier M. M. y me propuso su casa, puesto que no tenía sitio en el que dormir», señaló. Una propuesta que no dudó en aceptar. Las únicas condiciones que le propusieron, al parecer, el encausado y su compañero, Vlad C. (que no pudo ser juzgado por estar fugado) es que limpiara el piso y pusiera a su nombre las facturas de la luz. Ambos tenían tal cantidad de deudas que ninguna compañía les daba luz verde para contratar el suministro. A partir de ahí comenzó su horror.

AGRESIONES

Marta aseguró que le cogieron en alguna ocasión del cuello y le pegaron para obligarla a mantener relaciones con otros hombres en la vivienda en la que vivían los tres. Antes la fotografiaron desnuda para anunciarla en una página de contactos en la que llegaron a ofrecer su virginidad por 5.000 euros. Según la víctima, el interesado vivía en Dubai. Las relaciones sexuales en el domicilio eran intercaladas, según Marta, con la prostitución que tenía que ejercer en el bar Cabaret, en el que «inicialmente iba de relaciones públicas y en el que acabé haciendo felaciones jueves, viernes y sábado». «No hacía nada más que estar con hombres, ni tiempo tenía a veces para comer», lamentó esta veinteañera, quien reconoció tanto a preguntas de la Fiscalía como de su abogada, Beatriz García, que «no quería que sus padres se enteraran de lo que estaba pasando». Una actitud que para los médicos forenses y psicólogos es «coherente con su personalidad fácil de atemorizar y de engañar».

De hecho, cuando la Brigada Provincial de Extranjería de la Jefatura Superior de Policía de Aragón se personó en la vivienda y detuvo a los sospechosos lo hizo por una llamada de un amigo de Marta a su madre. Cuando los agentes entraron en la vivienda «certificaron que su perfil respondía al de una mujer que estaba siendo prostituida». «Desde nuestra experiencia no hay duda alguna por su comportamiento», aseguró el inspector.

Por su parte, el acusado, Javier M. M., lo negó todo y apuntó que él era conocedor de que la joven se dedicaba a la prostitución por voluntad propia. «Le dije que como ahora tenía ingresos, que pagara los gastos de la casa, es absurda esta acusación». dijo.