Ante la adversidad, uno puede optar por venirse abajo, crecerse o, si es posible, tomárselo con humor. Eso parece haber pensado un (o unos) agente de la Policía Local de Zaragoza, que desde hace unos meses canaliza el malestar por los diversos problemas del Cuerpo a través de un pasquín, bautizado como K-os (caos), que corre como la pólvora por los grupos de WhatsApp de los agentes. Desde la organización de los mandos hasta los responsables municipales, pasando por los sindicatos o la actividad de determinados grupos, nada escapa a la ácida crítica de los k-óticos.

El pasquín sustituye todas sus letras C por la K. No es un guiño a la modernidad, sino otro dardo más: en el código interno del cuerpo, las diversas unidades tienen sus apelativos, y las K corresponden a los mandos. Así, K-1 es el intendente principal, Antonio Soriano, protagonista habitual de las críticas, rebautizado en la publicación como K-Chondo.

Según fuentes de la plantilla consultadas, a más de un mando no le importaría descubrir quién está detrás de estas publicaciones, pero sigue siendo un misterio tras varios meses de difusión. Un misterio relativo, eso sí, ya que los propios autores agradecen en algún número no solo el buen humor con el que, en general, se acoge el pasquín -siempre hay gente más suspicaz que otra-, sin las múltiples aportaciones de bromas, ideas y temas que les llegan.

Colaboración

De hecho afirman que algunas las descartan por hirientes, aunque quién lo diría leyendo algunas de las que circulan. Por ejemplo, una encendida defensa de la Unidad de Protección Ambiental y Consumo (UPAC), aludiendo a que se está desmantelando a base de retirarle competencias en favor de la Unidad de Apoyo Policial Operativo (UAPO) y la Unidad de Seguridad Nocturna (USN).

De hecho, los redactores llegan a asegurar que desde que la UPAC dejó de encargarse de supervisar los ruidos y la actividad nocturna de los bares, «el letrado de Urbanismo flipa en colores por los defectos de forma insubsanables de los expedientes que tiene que tramitar». «Hacer aforos, veladores, traslado de menores, control de licencias y sonometría supone más curro de lo que la Jefatura suponía», critican desde este canal de comunicación.

Las publicaciones, a base de pequeños cuadros y viñetas, hacen alusión a cualquier tipo de aspecto laboral, desde jefes que se pasan de campechanos saludando a base de collejas -y otros, sin embargo, que no se dignan a compartir mesa con sus subordinados- a órdenes municipales de movilidad interna que cuentan con 160 solicitudes y acaban con 19 movimientos.

La UAPO, quizá por estar siempre en la picota por la promesa electoral de Zaragoza en Común de desmantelarla, acapara muchos apartados. Se hace mención de forma irónica a su forzada inactividad (aludiendo a cursos de calceta, macramé o póquer en la furgoneta Mercedes-Vito en la que patrullan), que les convierte en «Policía virtual» o a su falta de medios, con el irónico curso de Uso del meñique ante ataques nucleares.

Pero en los últimos números, el protagonismo absoluto se lo ha llevado el preacuerdo firmado por varios sindicatos con el Ayuntamiento de Zaragoza, para el nuevo modelo policial. Y aunque alguna pulla va para el consistorio y la concejala Elena Giner (sobre todo por no saber lidiar con las imposiciones de la Jefatura), el blanco de las iras principal son los sindicatos.

Algunas críticas son tan poco sutiles como un cómic sobre la traición de Judas, con la leyenda: «Iscariotes, sabíais a lo que subíais». Otras son más elaboradas, aunque igualmente duras, ilustrando el preacuerdo como un cuadro de Dalí y calificándolo de «su obra más surrealista». A su juicio el preacuerdo es «una patada en la boca a la UAPO» (que cambia de nombre y poco más), «se regalan los Pilares, (se mantiene la prohibición de coger fiesta, aunque se pueda compensar), se crean unidades y comités sin concretar nada» y sin arreglar los problemas de calendario y personal de muchas unidades, enumeran.

El pasquín, mientra siga siendo anónimo, promete seguir sin dejar títere con k-beza.