—Ha pasado una semana desde que se destapó la estafa de Licenci. ¿Cómo están?

—Después de la vorágine, estamos con ganas de seguir hablando de lo que hacemos en Aspanoa y olvidarnos un poco de este tema. Queremos pasar página y dejar a la Justicia que siga haciendo su trabajo.

—¿Esperaban las dimensiones del delito?

—Para nada. Nos hemos quedado sorprendidos con cada noticia que ha ido saliendo. No solo nos afecta a nosotros, también a todas las asociaciones sociales que hacen bien su labor. El problema es que cuando juntas la palabra niño y cáncer y al mismo tiempo pides colaboración, la gente actúa de buena voluntad. Es un tema sensible.

—Han sido 5 millones de estafa, el cabecilla tenía un sueldo de 15.000 euros, su mujer cobraba 5.000 y tenían una vida de lujo.

—¿Qué le puedo decir de esas cifras? No tenemos palabras.

—¿Llegaron a conocer o contactar con estas personas?

—Desde que formo parte de junta directiva no, pero es verdad que hace años se nos propuso realizar un evento con ellos. Lo cierto es que no nos cuadró y no nos pareció nada claro de lo que ofrecían. La conversación duró 5 minutos.

—¿Por qué?

—No nos parecieron bien sus formas de proponer ni de gestionar dicho evento. Nosotros somos muy estrictos, muy cautos, y dejamos claro quién, cómo y qué tipo de gestión se hace. Eso es fundamental.

—¿Qué fue lo que les hizo poner la denuncia?

—Más allá de aquel contacto, tuvimos conocimiento de sus acciones hace un año y medio o dos. Nos llegó por parte de socios de Aspanoa. Alguna familia nos comentó que se estaban vendiendo lapiceros y demás material para ayudar contra el cáncer infantil. Preguntamos y cuándo vimos quiénes eran, investigamos un poco. Había cosas que no parecían claras en su web como por ejemplo que no había memoria de actividades, ni cuentas… Al ver que cada vez estaban en más comercios y ante la sospecha decidimos comentarlo en Fiscalía.

—¿Qué dijeron en los juzgados?

—Les explicamos que no había memoria de actividades, que no había datos fundamentales de transparencia y que sospechábamos que estaban haciendo una estafa. En ningún caso pensábamos que se hablaría de las cifras que han ido saliendo.

—¿Cree que la imagen de Aspanoa se puede ver perjudicada tras la estafa?

—Más que la imagen, creo que el principal daño de esta estafa se hace sobre la confianza de la gente en las asociaciones. Es normal que después de esto la gente se piense mucho el colaborar porque si dan un dinero ahora vuelven las dudas de a dónde va. Al tratarse de una trama relacionada con el cáncer infantil nos duele, porque no queremos que se utilice con fines lucrativos.

—También destaparon la trama. Eso también les puede reforzar.

—Quizás sí se ha podido ver reforzada, pero nuestra obligación como asociación y como personas era denunciar al tener sospechas de que había un delito. Es responsabilidad de todos y creo que hemos cumplido con la nuestra. El feedback desde que saltó la noticia ha sido de apoyo.

—¿Debe servir esto para que las Administraciones controlen más a las asociaciones?

—Creemos que no solo por esta noticia, sino que debe haber una exigencia más estricta para todos. Está muy bien que haya facilidad para poder crear una asociación, pero también debe haber un control por parte de la Administración de qué hace, cómo recaudan dinero y a dónde se destina el mismo. Claramente deben estar auditadas por el Estado y creo que es fundamental que se establezcan medidas legales que primen la transparencia y el buen gobierno. También la sociedad debe hacer una exigencia como donante de conocer el proceso de su dinero y poder acceder a una web donde esté toda la actividad pública detallada

—Ha dicho que quieren pasar página. ¿Qué tiene previsto hacer Aspanoa?

—Hemos llevado el apoyo psicológico al medio rural, mejoraremos el piso de acogida y seguimos con la inversión en investigación. También hemos dado dos becas para cirujanos pediátricos; hemos donado un aparato buscavenas al Infantil e instalaremos televisiones en la zona de la quimio. En Aspanoa no se escatima ningún recurso y no vamos a bajar los brazos. Nunca decimos no a nadie y todo es gratuito.