L a red es un león que ha despertado y sus rugidos asustan a unos, su poderío entusiasma a otros y sus zarpazos alertan a todos. La pugna entre privacidad y libertad de expresión, cómo poner freno a la apología de la violencia y los mensajes de odio que se vierten a diario en las redes sociales y el papel de los medios en este vuelco de la realidad fueron algunas de las cuestiones abordadas ayer durante la jornada Internet, política y libertad de expresión, organizada por la Fundación Manuel Giménez Abad y el Centro de Estudios Estratégicos Syntagma que reunió a un buen número de expertos y profesionales en el palacio de la Aljafería de Zaragoza.

La polémica generada en las últimas semanas por las detenciones de varias personas (la última ayer en Teruel) por escribir mensajes ofensivos y violentos sobrevoló durante buena parte de la jornada. La doctora del Berkman Center of Internet of Society de Harvard, Susan Benesch, reclamó definir en primer lugar el concepto de odio "porque habrá gente que querrá englobar todo lo que le moleste". En una defensa clara de la libertad de expresión, Benesch aportó el ejemplo estadounidense sobre cómo abordar la cuestión: "Allí apenas hay restricciones penales, pero en el espacio público no se suelen ver esas manifestaciones porque existe un mecanismo de reprobación social que lo combate". Como contrapunto, la Fiscala de Criminalidad para los delitos en internet, Elvira Tejada de la Fuente, desplegó el arsenal tipificador del Código Penal para dejar clara la suficiencia de nuestro cuerpo legal para hacer frente a los delitos en la red.

Por su parte, el magistrado del Tribunal Supremo Luis María Díez-Picazo planteó una enmienda a la reciente sentencia Google del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre el derecho al olvido: "Si la información no atenta contra la ley de protección de datos, ¿cómo se puede obligar a nadie a borrar algo? ¿Habrá que borrar las hemerotecas de los periódicos?".

El letrado de las Cortes Pablo García desgranó los avances de las diferentes administraciones en la política de datos abiertos, una intervención que sirvió de aperitivo a la primera mesa redonda en la que se abordó el fenómeno del ciberactivismo. Por la tarde, Jorge Villarino defendió que no se pude defender la privacidad "imponiendo la censura" y planteó varias objeciones a la sentencia Google.

Finalmente, en la mesa de los medios, junto a Esperanza Pam-