Hay un hilo invisible que une a cada paciente ingresado con coronavirus y a sus familias. El bien mayor de frenar la dichosa curva de contagios que mantiene alejados a los pacientes de sus seres queridos, que no pueden ver, animar, acariciar, ni abrazar al padre, marido, hermana, abuelo o al tío que lucha contra la enfermedad, separado de quienes más desean su recuperación.

Para salvar la terrible barrera de la soledad que sienten los pacientes y sus familiares, el equipo de enfermería de la unidad de cuidados intensivos polivalente del hospital Miguel Servet de Zaragoza ha iniciado el proyecto Abrazando corazones, que fortalece ese nexo de unión al permitir la comunicación entre pacientes y familias a través del personal sanitario.

Audios, videos, cartas o la lista de canciones de su cantante favorito. Cualquier estímulo es bueno para fortalecer ese vínculo y mantener viva la esperanza cuando el coronavirus muestra su cara más cruel. Natalia Becerril, enfermera de la uci polivalente del Servet, empezó hace una semana las llamadas a los familiares de los 12 pacientes de este servicio -entre ellos, los primeros detectados con covid-19- para informar del proyecto. Y el lunes empezaron a ponerlo en práctica. «El paciente y la familia es un todo. Ellos luchan y la familia es su apoyo incondicional», expresa. Por eso, el proyecto surge «para mitigar el sufrimiento de la familia, porque no pueden visitarlos ni ver cómo están» y porque «a través de los audios y los videos, la persona que está luchando sabe que su familia está ahí».

Esta iniciativa emocional busca humanizar más si cabe el trato que reciben los pacientes que se encuentran graves. Acompañando a un equipo médico «excepcional», recuerda Becerril, con el proyecto se pretende dar el soporte emocional que el paciente necesita: «Que no se sientan tan vulnerables, y que el cuerpo esté en las mejores condiciones para sanar». «Dar la mano, acariciar una mejilla o una sonrisa no son gestos sin trascendencia; es la manera de mostrarles que les acompañamos en su lucha y que no están solos», insiste la enfermera.

El proyecto se ha puesto en marcha en un tiempo récord, con el aval de la dirección de Enfermería y el Comité de Dirección del hospital, que lo ha hecho extensivo a otras ucis. «Para nosotros es un bálsamo pensar que podemos hacer algo para acercar a familias y pacientes», reconoció.

«Hay compañeras que han leído cartas de despedida. Y cada día compartimos con los pacientes cartas de apoyo y de esperanza de mujeres, hijos y nietos. Es emocionante saber que podemos hacer algo para que los pacientes sientan cerca a los suyos, aunque no puedan estar ahí físicamente», señaló, con la voz quebrada. Ahora necesitan altavoces, para que el sonido llegue mejor. Lo que no necesita amplificador es el corazón de estos profesionales sanitarios, porque es enorme.