Si hubo un sector que fue pulverizado por la crisis económica ese fue el de la construcción. Desde entonces, nada ha sido igual. Los concursos de acreedores dieron paso a las liquidaciones de un buen número de empresas que solo unos años antes se frotaban las manos por la expectativa de pingües beneficios. Muchas de ellas desaparecieron y la afiliación a la Seguridad Social se desplomó en Aragón hasta los 29.414 trabajadores en el 2014. Solo siete años antes la cifra era de 74.704 ocupados. Es decir, se perdieron más de 45.000 empleos.

Sin embargo, a partir del 2015, el enfermo, que algunos daban ya por crónico, comenzó a recuperarse y da síntomas de estabilización. La construcción cerró el 2018 como uno de los sectores más dinámicos de la economía aragonesa. Entre enero y septiembre del pasado año, los visados de viviendas nuevas crecieron casi el 19% respecto al 2017, según los datos del Ministerio de Fomento.

La resurrección del sector ha sido tal que el número de trabajadores vinculados al ladrillo ha crecido en la comunidad un 8,1% en el último año (hasta el mes de noviembre). Es decir, ahora Aragón suma 35.608 afiliados, casi 6.200 más que hace cuatro años. De ellos, 23.690 son trabajadores por cuenta ajena y 11.918 cotizan en el régimen de autónomos.

«El repunte de la actividad es evidente en términos de empleo», señala el gerente de la Fundación Laboral de la Construcción de Aragón, Vicente Pedro Lafuente, que, no obstante, matiza que la recuperación comenzó a partir del 2015 -con tasas interanuales de crecimiento que oscilaban entre el 2% y el 4,8%- aunque su impulso se ha intensificado sobre todo en los dos últimos años. No obstante, la situación dista mucho de la que existía antes de la crisis. Hoy, el 6,3% de la población que trabaja en Aragón lo hace en la construcción.

TRABAJADORES CUALIFICADOS

El daño que hizo la crisis a la construcción no se limitó solo a los miles de despidos y cierres que se produjeron. El desplome del sector ha traído consecuencias a largo plazo y una de las más visibles es la escasez de profesionales. Si en el 2008 había un contingente de trabajadores por cuenta ajena de 53.820 personas, ahora hay 30.000 menos. Y las empresas no encuentran personal para cubrir sus vacantes.

Quienes trabajaban en el sector antes de la crisis fueron expulsados de él y se vieron obligados a reciclarse. Muchos encontraron una ocupación en la industria y hoy no quieren oír hablar de la la vuelta al andamio. Mientras, la mala reputación que cosechó esta actividad en los últimos años ha llevado a que sean escasísimos los jóvenes que se plantean recalar en el mundo del ladrillo. Además, las empresas que han conseguido sobrevivir y se han reinventado buscan ahora perfiles cualificados. «No hay futuro en la construcción sin cualificación», expone Lafuente.

De los 4.224 parados que sumaba Aragón en este sector el pasado mes de diciembre, un 80% tenía formación académica «insuficiente» y tan solo el 6% contaba con una formación habilitante.

José Alberto Andrés, responsable de Formación de la Fundación Laboral de la Construcción, ilustra que el portal de empleo y la agencia de colocación de esta entidad está «abarrotada» de demanda de mano de obra cualificada por parte de las empresas. Pero la gente joven escasea en este mundo. De ahí, que la Fundación esté volcando todos sus esfuerzos en formar a trabajadores y dignificar la profesión.

LOS NUEVOS PERFILES

La situación ha llegado a tal punto que las organizaciones profesionales están denunciando el parón en el inicio de algunas obras por la dificultad de encontrar mano de obra cualificada. Mientras, los servicios de orientación y empleo, públicos y privados, están teniendo «serias dificultades» para dar respuesta a las empresas y cubrir su oferta, según manifesta Lafuente.

«Ahora buscamos a personas que tengan una mínima cualificación, que sepan de gestión de residuos, informática, medio ambiente, conocimientos digitales y sean polivalentes», apunta Andrés. Sin embargo, las aspiraciones del mercado de trabajo no guardan una correlación, por ejemplo, con un sistema educativo acorde a estas necesidades. «Será necesario reemplazar al elevado número de trabajadores cualificados que se jubilarán de aquí al 2020, ya que representan más de dos terceras partes de los empleos en la construcción», recalca el gerente de la Fundación Laboral de la Construcción. Así, la tasa de trabajadores de mayores de 40 años no ha dejado de crecer hasta llegar a casi el 65% en el 2017. Mientras, los menores de 40 años se sitúan en el 35,1% frente al 59% del 2008. Por tanto, el relevo generacional se erige como el principal problema de la construcción en Aragón.

Desde la Fundación Laboral de la Construcción ponen el acento en que la formación y la cualificación son las mejores garantías de competividad para las empresas y para la dignificación de las condiciones laborales, dos cuestiones que consideran «capitales» para que la construcción llegue a ser un sector plenamente rehabilitado.