El argelino S. K., de 25 años, suma ya dos condenas por desvalijar a ancianas cuando salen de entidades financieras, una especialidad delictiva a cuyos practicantes se conoce como cogoteros y de la que en los últimos años se han producido varios episodios en Zaragoza.

S. K., que tiene suspendida desde hace dos años una condena emitida por un tribunal de Huesca por hechos similares, se sentó el pasado jueves en el banquillo de los acusados del Juzgado de lo Penal número 6 de Zaragoza.

La Fiscalía solicitaba inicialmente para él una condena de un año de cárcel y 900 euros de multa, petición que, tras alcanzar un acuerdo con la abogada del joven, la letrada Cristina Martínez Bellido, quedó reducida a una pena de seis meses de prisión y 90 euros de multa. S. K. reconoció que el pasado 20 de marzo, cuando se encontraba en la calle Andrés Vicente, en Delicias, comenzó a acechar a una "señora de edad avanzada" que salía de una oficina de Ibercaja. Luego entró en una Caixa y más tarde se acercó a un Día. "Al salir de este, cuando se encontraban en la calle Villa de Andorra, introdujo su mano en el bolsillo izquierdo del chaquetón de la señora y se apoderó de su cartera, en la que llevaba 139 euros y una libreta bancaria.

S. K. no se había dado cuenta de que le estaban vigilando efectivos del Grupo de Carteras del Cuerpo Nacional de Policía, que acto seguido se dirigieron hacia él. Sin embargo, cuando iban a cachearlo, se zafó de los agentes dándole un fuerte empujón a uno de ellos --"con tal violencia que cayó al suelo rompiéndose el reloj que llevaba", narra la sentencia-- y comenzó una larga huida a pie por las calles del barrio que terminó cuando fue localizado en el centro de salud de la calle Escultor Palao, "donde se había refugiado".

El acusado negó que hubiera robado a la mujer. Sostenía que la cartera se le cayó y cuando él se agachó para recogerla le abordaron los policías.

Sin embargo, el grupo de Carteras de la Jefatura Superior de Policía lo señala en un informe aportado a la causa como un profesional de este tipo de hurtos, en los que siempre acecha a las víctimas colocándose de tal manera que logra evitar que las cámaras de seguridad de los bancos lo filmen.