Sea «teatrillo», como lo definió el presidente del PP aragonés, Luis María Beamonte, o «culebrón venezolano», en palabras de la portavoz de Ciudadanos, Susana Gaspar, la escena sobre la negociación de los presupuestos del 2019 que se vivió ayer en las Cortes entre PSOE y Podemos siguió siendo más propia del planteamiento de la obra que del nudo, y mucho menos del desenlace. El presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, emplazó al líder de Podemos, Nacho Escartín, a comenzar a negociar los presupuestos la semana que viene, y este, ya sin posibilidad de réplica al haber dejado el presidente la oferta para el final, contestó fuera de micro que podía «esperar sentado».

Los presupuestos centraron ayer tres de las cinco preguntas parlamentarias que contestó Lambán en el Pleno, con distintas formulaciones pero con un nexo: cuándo van a llegar. Y a ese respecto, la sesión no fue clarificadora.

El líder del Ejecutivo avanzó algo en un asunto que parece fundamental, las cinco propuestas que Podemos planteó como exigencias, que hasta ahora había obviado pero que el Gobierno está «estudiando». Las calificó de «perfectamente estudiables», e incluso entró en algún detalle, calificando la rebaja del precio del comedor escolar o el aumento de ayudas al alquiler como «compatibles» con el ideario del partido.

El aumento de personal en residencias no lo nombró, pero sobre la mejora de los servicios de Bomberos ironizó con la «suerte» que tiene Podemos de contar con un parlamentario (Andoni Corrales) que se dedica en exclusiva al tema. Pero salió por la tangente al lamentar que no pusieran el mismo empeño en aprobar la Ley de Renta Social Básica -Podemos se niega por poco ambiciosa-, lo que para el presidente es «una atrocidad» contra 3.000 familias potencialmente beneficiarias.

EL INSALVABLE ICA

En lo que no parece que vaya a haber acuerdo es en la reforma del Impuesto de Contaminación de Aguas (ICA), sobre el cual el planteamiento de Podemos roza, para Lambán «el surrealismo o la desfachatez». Repasó cómo, pese haberse abierto el Gobierno a reformar un tributo que siguen viendo «razonable», la formación morada «primero pide quitarlo, luego reformarlo, y ahora aceptarán reformarlo pero se manifestarán». Les acusó de estar «a las órdenes de la RAPA (Red de Agua Pública de Aragón), asociación respetable pero que no representa nadie», y de ser «prisioneros de Santisteve».

Antes ya había calificado de «demagogia y populismo» las cinco propuestas, frente a la oportunidad de negociar «las 75 que llevará el PSOE» y las que aporten CHA e IU. Pero al final, le dijo a Escartín que no le preguntara por sus condiciones, sino por una fecha, «y le diré que la semana que viene serán convocados» los grupos de la izquierda a una mesa de negociación.

Pero lo hizo en su último turno, y Escartín, oficialmente, no pudo replicar. Obviamente lo hizo, diciendo que espere sentado, y Lambán calificó el rechazo de «jarro de agua fría» en una intervención posterior.

El presidente repartió más a diestro que a siniestro cuando le afearon ser un «títere» de Podemos. «El PP de Luisa Fernanda Rudi pactó cuatro presupuestos con el PAR, y no quiero recordar por dónde la hacía pasar (José Ángel) Biel», replicó, como a nivel nacional «con Rivera y el PNV».

Además, afeó el uso «torticero» de las mayorías de PP y Ciudadanos en las Cámaras que crea «desconcierto» en cuanto al techo de gasto, de forma que algunas comunidades prorrogan presupuesto, otras juegan con el déficit del 0,3% que admite Bruselas y otras con el 0,1%, «y nadie tiene la certeza de hacer lo correcto».