Con el comienzo del nuevo año, el resultado de las cosechas es todavía una incógnita, por lo que resulta oportuno adelantarse al futuro para conocer cómo van a irnos las cosas. El hombre siempre ha sentido curiosidad por saber qué le deparará el mañana, levantar una esquinita del velo que cubre el destino, avanzar las manecillas del reloj y romper con las leyes físicas, aunque sea con alguna trampa .

Eso es lo que llevan haciendo desde tiempo inmemorial en Abizanda (Huesca) todos los 12 de enero cuando se celebra la romería de San Victorián, patrón del municipio y santo muy arraigado en el Alto Aragón, por su veneración y legado.

Terminada la misa en una ermita situada en un magnifico paraje, llega el turno de la bendición de las tortas de caridad colocadas en una explanada sobre lienzo blanco. A partir de ese momento hay que estar muy atento para observar la llegada de los langostos, unos pequeños insectos que aparecen de tres colores.

Los langostos negros indicarán buena cosecha de vino; los verdes, de aceite; y los pardos, de trigo.

Este año la romería se ha adelantado un día para que caiga en domingo. Los langostos tampoco faltan a su cita. Se ven negros y verdes. Así que buen vino y buen aceite se espera en Abizanda.

La afluencia de vecinos y curiosos aumenta cada año ya que, como explica el alcalde de la localidad, Pedro Santorromán, "el mundo ha avanzado mucho tecnológicamente, pero el hombre sigue buscando aspectos mágicos".

Magia y fe unidas, con las cumbres nevadas de fondo, chocolate caliente y torta de anís. Una cita tentadora para una mañana invernal.