Rodrigo Lanza mantiene que la agresión que provocó la muerte de Víctor Laínez en diciembre del 2017 fue en defensa propia porque la víctima esgrimió una navaja. El acusado ha insistido en esta versión que ya argumentó en el anterior juicio con jurado que fue anulado por el Tribunal Superior de Justicia de Aragón (TSJA) y que para la responsable de la Brigada de Información de la Jefatura Superior de Policía de Aragón es una mentira.

En el segunda sesión de la vista oral, que ha continuado tensa hasta el punto que la magistrada presidenta del tribunal popular ha llegado a espetar que "si pudiera se iría porque se estaba poniendo mala", Lanza ha mantenido una versión de los hechos muy similar a la que explicó en la anterior ocasión, aunque sí ha ofrecido más detalles, especialmente encaminados a argumentar las atenuantes que su abogado defensor, Endika Zulueta, anunció el pasado lunes.

Sus primeras palabras han sido para tratar de alejarse de la imagen de persona cercana a grupos violentos de izquierdas y okupas que la acusación particular, ejercida por los abogados José Luis Melguizo y Enrique Trebolle, dibujaron. Explicó su país de procedencia es Chile, abandonó de muy pequeño porque se fue a vivir primero a Barcelona y luego a la capital aragonesa. A Zaragoza llegó, según explicó, porque "fui condenado por un delito de lesiones pero no he sido autor de eso", sin llegar a detallar que dejó tetrapléjico a un guardia urbano en una operación por una fiesta ilegal en una casa okupa. De hecho, aseguró que en vivía en una casa con unos amigos a los que pagaba un alquiler. Tras esto, Lanza quiso resaltar que aquella noche iba muy bebido. "Me bebí cuatro jarras de cerveza, un tubo, dos rondas de chupitos, una litrona de mi bar y la copa" del bar El Tocadiscos en el que se produjeron los hechos que este martes están volviéndose a enjuiciar.

En lo que respecta a la agresión, Lanza aseveró que Laínez estaba sentado en la barra del bar cuando entraron y su amigo Pablo le contó "era un conocido fascista del barrio". "El hombre era grande y me miró. Le dije que yo era de Chile y él me dijo sudaca. Le contesté que él era fascista y ya se veía de qué palo iba", ha recalcado.

Después de ese encontronazo regresó con su grupo. "Les conté lo que había pasado, le di color para hacerme el chulo frente a las chicas, para quedar de guay y ellos me dijeron que por qué coño haces eso", ha aseverado, mientras apuntaba que se pusieron nerviosos cuando vieron que Laínez, que se encontraba solo, echaba mano del móvil e "igual iba a llamar a alguien". A pesar de ese temor, se terminaron las copas que acababan de pedir y decidieron marcharse del establecimiento situado en el zaragozano barrio de La Magdalena.

Cuando estaban saliendo por las dos puertas que tiene el bar, su amigo Pablo le advirtió que Laínez llevaba una navaja. "Yo instintivamente pongo una pierna para que no se me abalance, le doy una patada en el estómago y me voy hacia atrás", ha señalado, mientras añadía: "el hombre me tiraba navajazos entre las dos puertas y ahí pensaba: 'lleva un cuchillo, lleva un cuchillo, me va a apuñalar, me va a apuñalar'". Añadió un detalle que hasta ahora no había dicho, que vio algo brillante (refiriéndose a la navaja) debajo de una banqueta.

Agresión mortal

Inexplicablemente todo acabó ahí porque Laínez se fue al interior del bar y ahí se produjo una segunda agresión. La mortal. "El hombre entró y le metí un puñetazo en la cara, el hombre me miraba. El hombre cayó al suelo, me veo sobre él golpeándolo. Le di puñetazos no sé si le di patadas, pero si dicen que sí pues eso. Dejé de escuchar todo y cuando oí gritar 'para, para' volví en mí", ha recalcado.

El acusado ha explicado que tras eso quitó el candado a la bici que había guardado en el exterior y se fue hasta que días después le llamaron desde la Policía Nacional para que se presentara en la comisaría el domingo y les respondió que iría con un abogado. Habló con varios amigos para buscar un letrado. Cuando llegó a su casa, le esperaban dos policías para arrestarlo. En ningún momento de la declaración tuvo palabras de condolencias a los familiares de la víctima.

Versión policial

Unas explicaciones que no convencieron a la inspectora que llevó a cabo la investigación y que apuntó a que el supuesto uso del arma fue una mentira. Se basó en que en el registro del bar no se halló, en los testigos, en que solo lo escucharon los amigos del acusado y que hay contradicciones incluso entre ellos. "El amigo de Lanza dice que la llevaba en la derecha y el acusado en la izquierda", ha enfatizado.

Esta inspectora también ha resaltado que estuvo en la autopsia realizada al cadáver de Víctor Laínez y que los forenses resaltaron que el ataque había sido sorpresivo, por la espalda y "que se habría utilizado un objeto contundente" para dejarlo noqueado en el suelo. Ha añadido que la cara la tenía desfigurada.

Preguntada por la acusación particular, y también por la popular ejercida por Vox, sobre si esta persona estaba fichada por la Policía en Zaragoza, esta aseguró que sí, que había sido detenido en una ocasión por okupar una casa, que en la actual también vivía así y que era usuario del centro Kike Mur en la antigua cárcel de Torrero que también está usurpada.

Tensión y rifirrafes

La sesión del juicio ha empezado bastante tensionada, después de que la magistrada presidenta del tribunal popular llamara a capítulo a un miembro del jurado que en la jornada anterior arremetió contra Lanza y su abogado. Le advirtió que le podía sancionar con hasta 150 euros e imputarle un delito de obstrucción a la justicia si seguía así.

Una advertencia que para el abogado de la defensa, Endika Zulueta, no era suficiente y ha pedido que fuera recusado por entender que "denotaba su actitud un evidente interés por la causa y predisposición respecto al resultado del juicio". La jueza estaba dispuesta a hacerlo, hasta que el abogado de la comunidad autónoma leyó en alto la Ley del Jurado y la Ley de Enjuiciamiento Criminal que resalta los supuestos en los que se puede hacer y que este no respondía a ninguno de ellos.

También ha sido bronco el momento en el que Zulueta ha calificado de parcial a la magistrada. Ha sido en el momento en el que Lanza estaba explicando su paso por la cárcel y su internamiento en una celda de aislamiento. La jueza ha señalado que no procedía hablar de eso y desde la defensa se le ha criticado por falta de objetividad.

En su defensa salió el penalista Enrique Trebolle, quien solicitó que se respetara a la magistrada, porque "no se le puede acusar de eso". "Me avergüenzo de la abogacía tras 40 años en la profesión", ha manifestado Trebolle en referencia a la intervención de su compañero Zulueta.

Los testigos declaran

La declaración de dos testigos que vieron lo que sucedió ha arrojado contradicciones sobre lo declarado por Rodrigo Lanza, el acusado del asesinato de Víctor Laínez en el conocido como crimen de los tirantes, ya que han asegurado que vieron cómo atacó a la víctima "por sorpresa y por la espalda" y no de frente y motivado por el pánico, como éste ha alegado.

Pablo M., amigo de Rodrigo Lanza, ha explicado que antes hablaron entre los cuatro de la presencia de la víctima, que el acusado ha dicho que no conocía pero que el testigo le aseguró que había reconocido como un fascista del barrio con ideas "totalmente opuestas" a las del grupo y que, según una de las chicas, solía llevar tirantes con la bandera de España y camisetas con anagramas de los templarios.

Lanza asegura que Laínez le hizo gestos desde su silla para que se acercara, pero ninguno de los testigos los vio, y el acusado fue hasta él y mantuvieron una conversión de apenas cinco minutos, según los testigos, en la que se intercambiaron insultos como "sudaca de mierda" y "fascista".

Los amigos de Lanza han explicado que al manipular su teléfono pensaron que Laínez podía estar llamado a algunos amigos y decidieron marcharse del bar. El dueño del local, Ángel Aznar, ha explicado que instó a Laínez a "pasar" de lo que le había dicho Lanza.

El amigo del acusado, por su parte, ha dicho que cuando se fueron, Laínez fue tras ellos y le gritó a Lanza que tuviera cuidado porque llevaba una navaja o un cuchillo, y les vio forcejear en el habitáculo que hay entre las dos puertas del local, tras lo que Laínez volvió adentro, Lanza le siguió y ya en el interior del bar se le abalanzó por detrás y vio cómo le propinaba patadas y puñetazos, sentado a horcajadas sobre la víctima, que estaba tirada en el suelo.

El dueño del bar, Antonio M. ha corroborado que Lanza y sus amigos salieron, que Laínez fue detrás aunque él le preguntó "¿a donde vas?" y que un minuto y medio después este volvió de la calle, y que no vio ninguna navaja en su mano.

Entonces Lanza entró, según el propietario del local, "a toda velocidad" y le dio un golpe en la parte baja de la cabeza por detrás, con el puño, y Laínez se tambaleó y se derrumbó, momento en el que Lanza comenzó a darle las patadas hasta que él mismo, ha dicho, le pidió "para, que lo matas".

No vio la navaja ni ningún otro objeto con el que Lanza pudiera haber golpeado a la víctima, ni escuchó el grito de advertencia que el amigo manifiesta que profirió.