El principal aspirante a suceder a Luisa Fenanda Rudi en la presidencia del PP de Aragón, Luis María Beamonte, es de vocación política temprana, como lo indica que con tan solo 22 años obtuviera un acta de concejal en su pueblo, Malón, a escasos kilómetros de la Tarazona que gobierna desde hace diez años, las dos últimas legislaturas con una incontestable mayoría absoluta. En Tarazona creció políticamente y Tarazona es su auténtica devoción.

De esta localidad fueron sus dos principales espejos políticos. El padre de la Constitución, Gabriel Cisneros, y el exdiputado autonómico, fallecido hace tres años y medio, Alfredo Sánchez. Posteriormente, y para ambos tuvo ayer un recuerdo durante la presentación de su candidatura, Beamonte siguió forjando su liderazgo con el apoyo de José Atarés y la presidenta a la que relevará a partir del proximo 25 de marzo, Luisa Fernanda Rudi.

Beamonte, que a partir de ahora asume el mayor reto de su ya extensa carrera política, gobernar Aragón a partir del 2019, ha seguido la misma trayectoria política que su adversario, pero a la vez amigo, Javier Lambán. Es decir, ambos han ido tejiendo su poder orgánico desde el paraguas de la Diputación Provincial de Zaragoza, liderando sus respectivas comarcas, gobernando con aplastantes mayorías y manteniendo el discreto perfil que confiere la presidencia de la diputación, con escaso relieve mediático y gran poder político. Ahora, el reto que tiene Beamonte es ser conocido popularmente fuera de la provincia de Zaragoza, algo indispensable para quien tiene posibilidades de presidir Aragón en los próximos tiempos.

Precisamente, Beamonte ha presidido durante dos legislaturas la institución provincial y durante su mandato se alcanzaron un buen número de acuerdos.

Beamonte es duro oponente, con una contundente oratoria que hace mella en sus rivales, pero que a su vez es capaz de lograr destacados consensos. Es de costumbres austeras, gran aficionado a la tauromaquia y el político --cada vez menos abundante-- rocero y de trato agradable en la distancia corta, virtud que cotiza al alza para aquellos políticos que provienen del municipalismo.