Se identifica como I. L.. No quiere aparecer ni con su nombre ni mucho menos con su fotografía --"yo antes era una persona normal", se justifica--. Una actitud habitual entre los numerosos ciudadanos que nunca habían tenido que recurrir a la ayuda social para sobrevivir. "Me quedé sin trabajo. Me habían hecho indefinida en una oficina de Vodafone, pero era la que menos tiempo llevaba", explica. Y solo tenía tres meses de paro porque lo había agotado haciendo un cursillo de secretariado. "Luego me dieron la ayuda de los 400 euros", relata.

Hasta que dejó de obtener algún ingreso y entonces tuvo que solicitar el IAI, el llamado salario social. "Tardé seis meses en cobrarlo y en ese periodo de tiempo, en el que no tenía nada, me gasté todos mis ahorros", explica esta joven zaragozana de 33 años, cuya mayor preocupación son los fármacos que tiene que tomar para su asma crónico.

Renovación

Finalmente comenzó a percibir el IAI, pero llegó el momento de la renovación. "Con 400 euros y pagando 60 euros de luz, el agua, y 106 euros de comunidad, no podía ni tener una caries pero al menos iba tirando. No tenía que pagar las medicinas", relata. Aunque se le agotaba en marzo --el IAI se concede durante un año-- su trabajadora social comenzó a realizar los trámites mucho antes para evitar los retrasos.

"Me citaron con tiempo, así que en enero estaba mandada la carta de la renovación, ya estaba todo tramitado", asegura. No ha obtenido respuesta. "Ya me han dicho que este mes no voy a cobrar, ni tampoco al mes que viene", asegura.

"Me encuentro sin un duro. Para colmo, cuando voy a comprar mis medicinas me dicen que tengo que abonarlas porque ya no estoy cobrando el IAI. Y son unos 50 euros al mes. Qué sentido tiene esto", se pregunta. "Soy capaz para trabajar pero al final no podré si no puedo medicarme. Les estoy pidiendo dinero a mis amigos para los inhaladores. Puedo tirar de ellos para que me paguen la compra una semana, pero no dos meses".