En ningún sitio se siente tan seguro ahora mismo José Ángel Biel como en Teruel. En tiempos de revueltas ve en esta provincia su refugio. Ahí ha materializado una gran parte de su proyecto político con Dinópolis y Motorland a la cabeza. La pasada semana se reunió en Montalbán con el comité intercomarcal turolense y ante unas 20 personas analizó la actualidad de su partido.

Se mostró muy crítico con la situación que se vive en las provincias de Huesca y Zaragoza y ante todo hizo un llamamiento a la unidad en su feudo. Explicó, según diversas fuentes, que no está satisfecho con el trabajo que se está haciendo en la capital aragonesa, donde conformó un grupo de 30 personas para que configurase la futura candidatura al ayuntamiento y sobre todo para dar visibilidad al PAR. Nada se ha hecho. Solo está claro que la candidata a la alcaldía será Elena Allué

Y eso que al frente de este grupo puso a su mano derecha, al que quiere que le suceda a toda costa, Arturo Aliaga. O al menos eso quería. Biel se ha mostrado crítico con su secretario general, con la forma de hacer las cosas en Huesca y también por su liderazgo en Zaragoza. Tampoco le gustó que anunciase su candidatura a sucederle con tanta antelación. El alejamiento entre ambos es un hecho que constata el entorno más cercano del también consejero de Industria del Gobierno de Aragón.

Las prisas empiezan a arremolinarse en las filas del PAR, más que antes si cabe. Hasta ahora solo Javier Allué había exteriorizado la urgencia de convocar el congreso. Lo ha dicho en todas las ejecutivas, y eso le ha valido, la etiqueta de rebelde. También lo ha dicho Alfredo Boné, aunque con menor insistencia. Y ahora ya incluso Aliaga ansía la convocatoria, pero no lo dice públicamente, por aquello de no ofender al padre. Pero su entorno, porque él no habla, ya lo reconoce. La sucesión pasa por Aliaga, Allué y Boné, y el único con suficiente fuerza para ganar es el primero. Lo demás se dirimirá con pactos y cuotas.

En la próxima ejecutiva que convoque Biel debería anunciarse el congreso. Los plazos en los que se mueve el PAR solo los maneja el presidente. El partido ha entrado en una dinámica interna en la que el líder ocupa todos los espacios y sus decisiones tienen más valor que los estatutos. De puertas para afuera la situación no es mucho más halagüeña: el PAR ha perdido espacio, su discurso aragonesista está desaparecido, y en las Cortes defienden con más ahínco las políticas del PP que los propios populares. Esta semana en la aprobación del techo de gasto, Antonio Ruspira hizo un fuerte alegato de la constitución y el neoliberalismo. Pero ni siquiera nombró al Estatuto. PP y PAR tienen un discurso gemelo.

Mientras todos los partidos se rearman para el último tramo de la legislatura, el PAR permanece sumido en una letanía palaciega. En 15 días el partido debería reaccionar y convocar el congreso para noviembre, con la suficiente antelación para organizar el cónclave con garantías. Así lo esperan la mayoría de barones, al menos los que no son fieles escuderos de Biel. El presidente tiene que tomar decisiones y lo sabe. Del proceso de regeneración de ideas nada se sabe; las convenciones de Huesca y Zaragoza han fracasado antes de nacer y el tiempo corre hacia un cambio de escenario del que el PAR está ausente. En la etapa democrática este partido ha tenido un papel protagonista en Aragón. Ahora parece empeñado en quedar reducido a las cenizas de actores secundarios.