Surgió alrededor de una torre fortificada (la torre del conde) construida por Ramón Berenguer IV para controlar a los musulmanes. Era el siglo XIII e incluso hubo que ganarle las tierras al bosque y a las rocas para poder asentar la población. 800 años después, el pueblo que en aquel entonces solo estaba empezando a florecer (el primer caserío se construyó en 1220), resiste al paso del tiempo y al envejecimiento poblacional (actualmente tiene 135 personas empadronadas). El historiador Octavio Monserrat acaba de publicar un libro (Torre del Compte, entre la época medieval y contemporánea), editado por la Fundación Asunción Tomás Foz, que recorre la historia de la localidad desde su origen hasta el final del Antiguo Régimen, en 1833.

"Para un historiador encontrar documentos inéditos es algo maravilloso. Muy pocos tienen un archivo municipal con tanta información como la que se ha encontrado aquí relativa al siglo XVI y XVIII sobre todo", señala Monserrat refiriéndose a los cerca de 6.000 documentos que ha examinado y que le dieron pie a iniciar una investigación que ha ido mucho más allá: "He recorrido varios archivos y, entre ellos, el que más fruto me ha dado es el Diocesano de Zaragoza porque al ser esta tierra dependiente del señorío eclesiástico del arzobispo de Zaragoza, hay mucha documentación". Y es que Torre del Compte, tras un señorío laico que finalizó al no contar con herederos, pasó a la iglesia, desde 1307 hasta que se abolen los señoríos ya en el siglo XIX.

La historia de Torre del Compte está marcada por los conflictos bélicos: "Toda esta comarca estuvo muy afectada por las guerras y en este periodo hubo muchas, en el siglo XIV y XV, en el XVII, también en el XVIII y en el XIX. A los pueblos y a los campesinos estas guerras ni les iban ni les venían porque eran intereses de los monarcas básicamente pero les tocó sufrir los embates de unos y de otros". Una realidad que llega a su máxima expresión en la guerra de la Independencia en el XIX: "Los franceses se hacen con el poder del territorio, les piden muchos impuestos a los campesinos pero las tropas españolas también exigen mucho a los pobres, con lo cual les tocó pagar en vidas humanas y sobre todo en daños de pérdidas de cosechas y animales", dice el autor.

UNA FORMA DE VIDA

El libro sirve, además, también como reflejo de una forma de vida. Así, los documentos analizados por Octavio Monserrat permiten conocer más sobre las costumbres campesinas, la religiosa, sobre la evolución de la población o acerca de la desigualdad social tan fuerte e incluso de la alimentación. "Su economía dependía del cereal, la vid, la huerta y ganadería lanar y, fundamentalmente, del olivo. Todas las épocas de bonanza dependen de la producción de aceite y de su precio. Aquí había un molino concejil que se reformará en el siglo XVIII que acabó siendo insuficiente, lo que hizo que uno de los más ricos del pueblo construyera un segundo molino a finales de ese siglo. Es un ejemplo claro del poder de la agricultura olivalera en la zona".

Torre del Compte cuenta también con una iglesia que se construyó en tres fases. Y es que el poder de la Iglesia era enorme. "Muchos campesinos dotaban generosamente a la Iglesia para que dijera misas a cambio de la vida eterna. Marcaba el ritmo del año, el calendario litúrgico daba las fiestas, la vida cotidiana dependía de las campanas del templo... Había, por ejemplo, 6 o 7 curas, y al final del siglo XVIII se decían más de 1.000 misas al año y había más de 30 procesiones", concluye Monserrat.