El Presidente de la Diputación Provincial de Huesca, Miguel Gracia, presentó el viernes por la tarde una charla con el escritor Julio Llamazares y el autor del libro Pinos y Penas, editado con las ayudas de la última edición de los premios Félix de Azara, Carlos Tarazona, en la que se reflexionó sobre las consecuencias que la repoblación forestal tuvo sobre el territorio como causa, junto a la construcción de embalses, que agilizó la despoblación en una parte de la provincia de Huesca.

Todos coincidieron en destacar la soledad y las dificultades de la administración local para actuar frente al problema que genera la despoblación y señalaron que «este es el verdadero problema territorial de España». La soledad de la administración local ante el problema de la despoblación es evidente y la capacidad de actuación de la misma es mínima, por eso mismo se necesita que la normativa que se dicta desde las administraciones de mayor ámbito territorial tengan en cuenta a la gente del territorio, se busque la complicidad del medio urbano, existan elementos como tasas por servicios ambientales que compensen a quienes viven en el medio rural y se dignifique a quienes viven en los pueblos.

Son algunas de las reflexiones que se manifestaron en la presentación del libro Pinos y Penas. Su autor es Carlos Tarazona, que lo presentó junto al presidente de la Diputación Provincial de Huesca, Miguel Gracia, y el escritor Julio Llamazares, que, como él mismo dijo, ha actuado a modo de «telonero» de la presentación de esta publicación que en la última gala de los Premios Félix de Azara obtuvo una ayuda a la edición.

PLANTAR CONTRA LA EROSIÓN

El tema central de esta publicación es la reforestación realizada a mediados del siglo XX en la provincia de Huesca, los planes que se llevaron a cabo, las vicisitudes que vivieron tantos trabajadores que realizaron una labor ardua y cómo se incrementó la masa forestal del Altoaragón durante los treinta años (1941-1971) que se concretó esta repoblación forestal para compensar los efectos negativos de los avanzados procesos erosivos que se ubicaban en las cabeceras de los ríos y que, a su vez, provocaban la colmatación de los embalses de Barasona, La Peña o Arguis.

En la presentación, Miguel Gracia recordó dos elementos para visibilizar a nivel estatal los problemas que genera la despoblación: por una parte la importancia de literatura como la de Julio Llamazares con La lluvia amarilla, o la narrativa actual de otros autores, incluido el propio Carlos Tarazona, y por otra parte, un sistema educativo que incluya en su currículo el valor del territorio y de las gentes que habitan el medio rural.

Julio Llamazares manifestó su querencia y vinculación por la provincia de Huesca desde que descubriera los paisajes del Sobrepuerto a partir de 1987 y ha incidido que el problema territorial es la desvertebración demográfica del país, concentrando la población en grandes capitales y ha coincidido con Miguel Gracia al argumental que la despoblación es también un problema para quienes viven en las grandes ciudades.

El autor de La lluvia amarilla animó a dignificar el concepto del habitante rural y a llevar a cabo una actuación a nivel de Estado, en la que se priorice «el amor al paisaje. La patria no son las banderas, sino el paisaje», remarcó el escritor.