La empresa López Navarro reclama al Ayuntamiento de Zaragoza un pastón millonario a cuenta de aquel frustrado aparcamiento subterráneo de Independencia, que en su día le encargara el (¿imprudente?) alcalde Atarés. Con ésta son ya tres las hermosas y lustrosas cacas que han aparecido bajo las alfombras de la Casa Consistorial: la expropiación trucada del Tercer Cinturón, el volumen ilegal del híper de la antigua estación de Utrillas y ahora el lucro cesante del párking imposible. Sin embargo, el PP va por ahí presumiendo de manos limpias. "Las cuentas claras y las manos limpias", así describe Aznar su herencia.

Lo de la limpieza (de manos, de sangre o de intenciones) me parece a mí relativo. Que en la España de estos últimos cuatro años no haya habido corruptelas es dudoso; pero es bien seguro que durante dicho tiempo no han existido (casi) ni periodismo de investigación ni una Fiscalía independiente. Así cualquiera sale de rositas.

Mandando los señores populares , el Gobierno central se quitó de encima al fiscal anti-corrupción, Jesús Jiménez Villarejo, y el Ayuntamiento de Zaragoza jubiló aprisa y corriendo a su secretario, Federico Larios... porque ambos pretendían ejercer limpia e independientemente sus respectivos cargos. Ahora, Jiménez Villarejo ha avalado en persona los demoledores informes sobre la corrupción en la gestión del agua en España, mientras un colega suyo todavía en ejercicio, Emilio Valerio, elevaba un rotundo informe acusador referido al presunto "mercado negro de agua" en Murcia.

¿Manos limpias? Permítanme que considere el concepto un mero eslogan de campaña. En el PP (y en amplios círculos sociales) se cree a pies juntillas en la eficiencia y la honestidad de una gestión global de las cosas públicas (1995-2004) presentada como antítesis del periodo político anterior (1982-1995). Pero viendo cómo en la era aznarí se privatizaron los monopolios estatales, cómo subió el precio de la vivienda, cómo se administró el suelo urbanizable o el agua y cómo aumentó el fraude fiscal, yo me quedo con mis dudas. ¡Tendríamos que hacer la prueba del algodón!