Tras casi dos meses de obligada parada, este lunes reinicia su actividad productiva la planta de PSA de Figueruelas (Zaragoza) y esto es una gran noticia para el sector de la automoción en particular y para la economía aragonesa en general. La covid-19 ocasionó en su primera fase un cierre casi total de las empresas de fabricantes de vehículos y de componentes, de talleres de reparación y de la mayoría de la distribución. Esto obligó a todo el sector -salvo contadas excepciones- a adoptar una política de «aviones a tierra»: interrumpir sus procesos productivos y adaptar sus estructuras a través de los ERTE.

La industria comenzó a retomar el pulso a principios de mayo, pero de manera muy débil y con importantes deberes en materia de elaboración de protocolos de seguridad y sanitarios para adaptarse a esta nueva normalidad que nos acompañará durante meses. Nuestra primera obligación ha sido garantizar la seguridad de las personas y proteger a nuestros trabajadores, cuestión que ha supuesto un gran esfuerzo de búsqueda de suministro de equipos de protección, de elaboración de protocolos y de aplicación de medidas en nuestras instalaciones.

El siguiente paso ha sido adaptar nuestros procesos productivos que, recuerdo, son de capital intensivo y están pensados para altas producciones, no para estar parados ni para trabajar a un 30%. Esto nos ha obligado a adaptar nuestras líneas de producción, que se han podido mantener gracias principalmente a las exportaciones (hay que recordar que un tercio de las exportaciones aragonesas provienen del sector automoción).

Con un gran esfuerzo, en este momento la industria de la automoción está ya en 'modo on' y las empresas de componentes estamos volviendo a la nueva normalidad gradualmente para responder a la demanda de los fabricantes y de los mercados internacionales a medida que estos aumenten sus volúmenes. Pero el sector no podrá recuperarse a pulmón. El despegue a corto plazo de la automoción -responsable del 10% del PIB nacional- requiere un acompañamiento por parte de las administraciones, un plan de choque que contemple estímulos a la demanda; apertura de concesionarios, talleres de reparación e ITV; beneficios fiscales al consumidor que permitan renovar el parque móvil -uno de los más viejos de Europa, por cierto-, y medidas de liquidez. La liquidez se va a convertir en el oxígeno que necesitan nuestras empresas, sean talleres, fabricantes de coches o de componentes.

Las empresas necesitan apoyo para seguir apostando por inversiones en procesos tecnológicos y nuevos productos, tan necesarias para mantener la competitividad (solo en 2019, los socios del CAAR invirtieron más de 150 millones de euros en este fin). Además, se requieren medidas laborales, como la extensión de los ERTE por fuerza mayor, para mantener el empleo y la flexibilidad, para que los trabajadores no se vean más gravados si cabe por esta crisis.

Solo trabajando juntos, continuando con ilusión y fuerza, seremos capaces de superar esta crisis.