Carlos Connelt, de 59 años, supo en septiembre del año pasado que padece hepatitis C. «Estaba cansado. Me agotaba subiendo las escaleras y eso me extrañó porque yo siempre he sido muy deportista. Fui al médico, me hizo un análisis y salió que padecía hepatitis C», recuerda. Sin embargo, y a pesar de que el protocolo establece la realización del fibroscán para determinar tanto el grado de fibrosis como la consiguiente aplicación del tratamiento, él ha sido citado en marzo. «Llevo casi seis meses a la espera. De hecho, tras el diagnóstico tuve que exigir que me hicieran la prueba porque así me lo aconsejó la plataforma».

Connet, que asegura haber perdido casi diez kilos, sufre las consecuencias de la enfermedad y de la demora en el diagnóstico y posterior tratamiento. «Estoy mal, sin ganas. Tengo familia y quiero trabajar pero no puedo en este estado. Solo me queda seguir esperando a que me hagan la prueba. Es muy duro», relata visiblemente afectado.

Por fortuna, cuenta con el respaldo de la plataforma. «Todo el que se cura, vuelve a ayudar. Por algo será», dice.