Las continuas lluvias y tormentas que están teniendo lugar estas últimas semanas en todo el territorio aragonés han cambiado las tornas para el embalse del Arquillo de San Blas, en Teruel. La infraestructura se encontraba hace apenas tres meses al 14% de su capacidad, su nivel más bajo desde el año 1995. Actualmente, llega al 93% y la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) ha decidido llevar a cabo un desembalse técnico de caudales superiores a los 5 metros cúbicos por segundo, como consecuencia de los caudales que se están registrando de entrada al pantano.

Se trata de una situación que contrasta en gran medida con la imagen que proyectaba la infraestructura hidráulica en noviembre del año pasado, cuando se podía apreciar el fondo terroso del mismo y se aplicaron restricciones al consumo por la sequía.

A partir del mes de marzo comenzó a llegar la esperada lluvia al municipio de Teruel, donde la prolongada falta de agua obligó a tomar medidas para restringir su consumo, sobre todo en fuentes públicas y en el riesgo de zonas verdes. Precisamente, el pantano es la principal fuente para abastecer el agua de boca en la capital turolense.

Ya en abril, el Ayuntamiento de Teruel pidió a la Confederación Hidrográfica del Júcar aumentar el porcentaje de abastecimiento de agua de boca para la ciudad hasta el 70%, frente al 50% marcado en ese momento, después de que las reservas de agua se incrementaran notablemente con las lluvias que cayeron en la zona.

En ese momento, la ciudad se abastecía en igual medida por los embalses del Arquillo, que llegaba al 56% de su capacidad, y de Caudé.

El pantano del Arquillo de San Blas cumplió el año pasado su quincuagésimo aniversario, tras ser inaugurado oficialmente el 14 de junio de 1967 por el ministro de Obras Públicas del momento, Federico Silva. Desde entonces, ha abastecido a la capital turolense.