Lobe se consolida aún más como la principal constructora aragonesa. La compañía dirigida por Juan Carlos Bandrés facturó el año pasado cerca de 67 millones de euros, frente a los 60 del 2017. De esta forma, la promotora encadena varios años de crecimientos meteóricos, ya que en el 2016 su cifra de negocio rondaba los 50 millones de euros. Su evolución se ha visto reflejada en materia de empleo: la empresa, que además de en Zaragoza está trabajando mucho en Madrid y Valencia, cuenta actualmente con 120 empleados directos, frente a los 59 del 2015 y los 41 del 2014.

La compañía aragonesa, que en el 2017 celebró su 30 aniversario, tiene ahora mismo cerca de 1.800 pisos «en marcha o en proyecto» con un volumen de negocio gestionado próximo a los 354 millones de euros. Todas ellas tienen la certificación alemana Passivhaus y cumplen con altos requisitos en eficiencia energética. Unas 1.200 se están promoviendo en Zaragoza, 450 en Madrid y 150 en Valencia. «Todas ellas estarán finalizadas en el 2021 o principios del 2022», indicó ayer a este diario el director general de Lobe, Juan Carlos Bandrés, tras presidir la convención anual del grupo en el Palacio de Larrinaga de Zaragoza.

En concreto, la compañía tiene en marcha 900 pisos y en torno a un 70% de ellos ya están vendidos. Unas cifras que constatan el regreso de las compras sobre plano (ahora pocas promotoras inician las obras sin un alto grado de comercialización) y la recuperación del sector residencial.

Lo que no ha podido incrementar la constructora aragonesa es su beneficio antes de impuestos. El año pasado se situó en los 6,6 millones de euros, frente a los 7,2 del 2017. Sin embargo, este descenso se debió a su apuesta por el modelo Passivhaus y a una mejora en las condiciones de las viviendas que ya tenía comercializadas. Tal y como recordó Bandrés, este innovador modelo se basa en la construcción de edificios con un gran aislamiento térmico, un riguroso control de las filtraciones, máxima calidad del aire interior o el aprovechamiento de la energía solar. De esta forma se consigue un consumo muy bajo de energía para calefacción y refrigeración.

«Lo que está claro es que si queremos vender pisos de obra nueva tenemos que diferenciarnos y aportar un valor añadido frente a la segunda mano», subrayó Bandrés.

Con su apuesta por este modelo, la firma aragonesa se anticipa así a las exigencias normativas que la directiva europea relativa a la eficiencia energética pretende imponer con el edificio de consumo casi nulo a los países miembros de la UE y que entrará en vigor para las promociones que se construyan a partir del 31 de diciembre del 2020.

COMPITIENDO CON LOS GRANDES

«Las cifras del ejercicio 2018 son verdaderamente satisfactorias. Las aproximadamente 1800 viviendas que tenemos en producción son equiparables al negocio que tienen otras promotoras nacionales de mayor nombre, y, sobre todo, de mayor capacidad económica», destacó Bandrés, cuya empresa aspira a industrializar todos los procesos de producción «convirtiendo las obras en fábricas». Sus oficinas centrales están en el polígono Alcalde Caballero.