En España hay zonas acostumbradas a convivir con los lobos y en cambio hay otras en las que desaparecieron hace ya muchos años y se abandonaron las prácticas preventivas. En la actualidad, ante la expansión de la especie en la península, estos territorios son los que más están sufriendo las consecuencias. Es el caso de Aragón, donde esta especie desapareció casi en su totalidad a principios del siglo XX. De ahí que su reaparición en los últimos cuatro meses esté llevando de cabeza a los ganaderos.

En esta comunidad, los problemas derivados de los ataques de lobos no cuentan con una legislación que ampare a los propietarios afectados, ahora, cuando han llegado los problemas, se empieza a trabajar en ello. Sin embargo, en otras en las que llevan años lidiando con su presencia, como Castilla y León o Asturias, hay una normativa para controlar y compensar los posibles daños que pueda ocasionar la especie. Aunque los ganaderos de estos territorios tampoco están satisfechos con la gestión de la Administración.

El primordial conflicto en situaciones de este calibre está en las distintas estrategias de gestión de los grupos conservacionistas y del sector primario, el que sufre directamente los daños. Los ecologistas optan por proteger la consistencia del lobo y de la ganadería extensiva, sin embargo, los ganaderos lo ven «incompatible».

¿ESPECIE PROTEGIDA?

La normativa europea prohíbe cazar lobos porque los cataloga como una especie de interés comunitario. No obstante, en España hay zonas donde sí está permitida su batida.

Al sur del río Duero, el lobo ibérico es una especie protegida por la directiva europea Hábitat y la ley de Patrimonio Natural y Biodiversidad. Pero, en el norte de Castilla y León, Galicia, Cantabria, País Vasco, La Rioja y Asturias (donde se sitúan la mayor colonia de estos ejemplares) se puede controlar su población mediante batidas reguladas por la Administración.

En Aragón está prohibida su caza, por lo que se está trabajando en medidas preventivas. Desde el 25 de marzo, cuando se produjo el primer ataque en Pina de Ebro, ya van más de 360 ovejas muertas en la comarca de Monegros y en zonas limítrofes. Aunque no se alcanzan las cifras de otras comunidades como Castilla y León donde llegan a perder unas 2.000 cabezas de media anual. La peculiaridad de Aragón está en que solo se sabe con certeza la existencia de un único ejemplar frente a los más de 1.500 que hay en la comunidad castellana.

Con respecto a la problemática aragonesa, Theo Oberhuber, coordinador de Ecologistas en acción, explicó a EL PERIÓDICO que «la presencia esporádica del lobo debería ser una alegría». «El Gobierno de Aragón tendría que estar trabajando para conseguir una población de lobo sana en su territorio», añadió. Oberhuber señaló que capturar al lobo y llevarlo a otro lugar, como piden los afectados, es «inviable» porque al hacerlo pueden causarle daños y esta especie tiene una gran capacidad para desplazarse, por lo que podría volver al lugar.

Por el contrario, la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), criticó el poder con el que cuentan los lobis ecologistas. Mercedes Cruzado, secretaria general del COAG en Asturias y ganadera, explicó que ningún político se atreve a proponer un riguroso control de la especie, porque «los pueblos cada día cuentan con menos habitantes y los votos están en las ciudades, donde no se sufren las consecuencias directas de los ataques.