La naturaleza volvió por sus fueros durante el periodo de confinamiento. Y ese regreso del mundo natural incluyó a especies animales como el lobo, que atacó de nuevo en Monegros, donde ha encontrado un precario hábitat desde la primavera del 2017, fecha de la que datan los primeros desmanes contra rebaños de ovejas que se le atribuyen.

«En la zona de Leciñena sufrimos un ataque en mayo», explica el ganadero Pedro Jesús Montesa. «Mató una oveja que estaba con otras y desapareció», añade. Los restos de la oveja fueron trasladados a un centro especializado de la DGA en La Alfranca, cerca de Zaragoza, donde los expertos confirmaron que había muerto debido a los zarpazos y dentelladas de un lobo, indica el ganadero.

Por esas mismas fechas, se produjo otro ataque a un grupo de ovejas en Senés de Alcubierre, más al norte sin salir de la comarca monegrina. Pero en este caso se atribuyó el ataque a perros asilvestrados, pese a que, según Montesa, el cadáver presentaba marcas idénticas a las que había en la oveja de Leciñena.

La Administración autonómica sostiene que se trata de un solo ejemplar, un macho, el que causa los quebraderos de cabeza a los propietarios de rebaños de Monegros. Pero entre estos existe la impresión, a veces, de que, a juzgar por los daños causados, podría haber más de un lobo refugiado en los montes de la sierra de Alcubierre.

Las apariciones del cánido no siguen un mismo patrón. En una ocasión, penetró en un rebaño de más de mil ovejas y solo mató una. En cambio, en otra ocasión dejó mortalmente heridas a una veintena y provocó que algunas de las que estaban preñadas tuvieran abortos.

Este comportamiento errático y el hecho de que reaparezca con acciones brutales tras largas temporadas escondido causa una gran preocupación en los Monegros, tanto entre los ganaderos como entre los agricultores.

«Se puede decir que estamos en alerta permanente», afirma Montesa. «Sabemos que el lobo, aunque tarde en dar señales de su existencia, sigue por ahí, como demuestran las cámaras de fototrampeo», asegura.

Por este motivo se organizan patrullas nocturnas y los ganaderos mejoran los sistemas de protección de sus instalaciones ganaderas, las que están cerca de poblaciones y las que se encuentran en medio del monte.

Pero, según han denunciado los sindicatos agrarios, estas protecciones, como las vallas electrificadas o el doble vallado, tienen una utilidad limitada en el caso de los corrales y de las parideras. Como la experiencia demuestra, el oso consigue saltar por encima y llegar hasta donde están las ovejas amedrentadas.

La DGA se comprometió, cuando se produjeron los primeros ataques atribuibles al lobo, a facilitar a los afectados la adquisición e instalación de medios para aislar el espacio en el que se encuentran las ovejas. Pero, al mismo tiempo, la Administración autonómica es partidaria de examinar caso por caso, pues sus técnicos consideran que algunas de las acciones que se achacan al lobo son en realidad obra de perros abandonados que se han asilvestrado.