La presencia de dos ejemplares de lobo de origen italiano en las comarcas de Monegros y Ribagorza es ya una realidad confirmada en Aragón, medio siglo después de que este animal fuera perseguido hasta su desaparición de los páramos, bosques y sierras de la Comunidad.

Cincuenta años después de ser cazado en Albarracín el último ejemplar de lobo del que las crónicas dan noticia, la presencia de dos ejemplares en tierras aragonesas es una realidad que los estudios genéticos y las imágenes captadas con cámaras provistas de sensores confirman de forma incontestable.

Según ha explicado a Efe el jefe del Servicio de Biodiversidad del Gobierno aragonés, Manuel Alcántara, el primer ejemplar fue detectado en el municipio monegrino de Leciñena en marzo de 2017, tras unos ataques a unos rebaños de la zona.

Aunque en un principio se sospechó que estos ataques estaban provocados por perros asilvestrados, cimarrones, los naturalistas detectaron indicios que, en palabras de Alcántara, "no encajaban" con ataques de cimarrones.

Las pruebas genéticas hechas a restos de excrementos permitieron confirmar a mediados del año pasado la presencia de un lobo en Leciñena, situación que generó un clima de psicosis entre los ganaderos y de preocupación por sus rebaños y su propia seguridad personal.

Unas semanas después, desde el Servicio de Biodiversidad se confirmó la presencia de un ejemplar macho de la misma subespecie italiana más al norte, en la comarca pirenaica de la Ribagorza.

Según el jefe de este servicio, la existencia de un grupo "muy importante" y en proceso de expansión en Italia ha propiciado, desde hace unos años, la dispersión por el sur de Francia de machos jóvenes que deambulaban de forma errática por el sur-sureste del país galo.

Se trata, asegura este experto, de ejemplares de unos dos años de edad que se mueven "muchísimo", de forma errática, y que buscan sitios nuevos para tratar de reproducirse, una estrategia de desplazamiento de la especie con el fin de propiciar la creación de manadas.

Los amplios movimientos de dispersión de esta subespecie italiana han permitido detectar en Bélgica, según Alcántara, un ejemplar que fue provisto de un radio-collar en el sur de Francia.

El lobo, advierte el jefe de Biodiversidad del Gobierno aragonés, es una especie "estrictamente protegida" en Europa que obligará a los ganaderos de la Comunidad a "cambiar el chip" en cuanto a la protección de sus rebaños.

Por este motivo, la administración prepara una orden de ayudas para que los ganaderos, en especial los dedicados a la extensiva, puedan habilitar medidas de protección de sus rebaños, mediante cercados o perros mastines.

Se trata de un cambio "esencial" debido a que los ganaderos no necesitaban hasta ahora de medidas de protección para la salvaguarda de sus animales.

Alcántara destaca que en las reuniones mantenidas con ganaderos ha tenido que responder en diversas ocasiones a preguntas sobre la supuesta peligrosidad del lobo para el hombre para negar esta posibilidad.

"No hay ningún sólo incidente documentado -subraya a este respecto- de ataques de lobos a personas, porque son animales huidizos que detectan al ser humano a la legua, pero sí de perros asilvestrados, más acostumbrados a la presencia del hombre".

Manuel Alcántara considera que desde el punto de vista estricto de un naturalista, el lobo no sólo no genera "ningún problema", sino que favorece un control natural de especies de ungulados en expansión como jabalíes o corzos.

"Genera problemas de gestión en un ambiente humanizado -admite-, pero su presencia tiene ventajas desde un punto de vista ambiental, como el control de ungulados".

No descarta que Aragón, a caballo entre las zonas de expansión del lobo ibérico y del italiano, tenga en el futuro una población fija de esta especie.

Según concluye Alcántara, "todavía estamos a tiempo de prepararnos ante esta posibilidad y de acondicionar la ganadería extensiva ante esa realidad".