En los locales comeciales de la estación intermodal de Delicias se ha impuesto la ley del silencio. No hay ni un solo comerciantes o empleado que no sepa que hay que callar, que es mejor no opinar sobre la situación en la que se encuentra la terminal, su ocupación o sus tarifas. Ni siquiera se atreven a compartir si sus ventas son buenas o malas. Porque prefieren no verse expuestos en unas críticas que puedan tener consecuencias. Un "somos pocos, vamos a llevarnos bien" que nadie dice a cara descubierta.