No combaten en el campo de batalla. Sin embargo, en los últimos años han abierto el camino a las tropas españolas en numerosas misiones internacionales: Bosnia, Kosovo, Afganistán, Irak...

Cuando todavía no hay bases, ni cuarteles, ni duchas, ni dormitorios, los logísticos ya están trabajando para que los compañeros de la fuerza operativa dispongan del mayor número de prestaciones, aunque ellos inicialmente sean los principales damnificados.

Todo debe estar en el lugar preciso y en el momento oportuno: armas, vehículos, material sanitario... Son en el ámbito castrense el equivalente a los productores de cine. Una labor que se lleva a cabo hasta que concluyen las misiones. De hecho, entre el día 29 de este mes y el 5 de abril partirán 204 especialistas hacia Irak, que podrían ser los encargados de desmontar la base española de Diwaniya.

Desde el martes y hasta el próximo el viernes, la feria Logis Expo de Zaragoza servirá de escaparate al Ejército, que en Aragón dispone de medios como para hablar de una "logística integral". "En Calatayud está la Academia de Logística, principal centro nacional de formación en la especialidad; luego está el Mando de Apoyo Logístico Regional Pirenaico (Malrepir) y unidades como la Agrupación de Apoyo Logístico (AALOG 41), que ha abierto misiones como las de Afganistán o Irak; y por último, Aragón cuenta con el Campo de Maniobras de San Gregorio, donde podemos poner en marcha los nuevos proyectos", destaca el comandante Jesús Sánchez Loureiro, destinado en el Malrepir y uno de los dos coordinadores de la instalación.

En una superficie de unos 4.000 metros cuadrados del pabellón número 4 de la Feria de Muestras de la capital aragonesa, las Fuerzas Armadas han desplegado distintos materiales en virtud de las cuatro áreas principales que cubre la logística militar: abastecimiento, transporte, asistencia sanitaria y mantenimiento.

El espacio acoge así contenedores --que incluyen duchas, cocinas industriales con una capacidad productiva para 800 comensales, lavanderías, dormitorios e, incluso, un enorme lavavajillas--, amplias tiendas de campaña empleadas para la instalación de hospitales de campaña, vestuarios, surtidores de combustible portátiles y uno de los productos estrella: los iglús de fibra de vidrio utilizados por los primeros militares españoles que alcanzaron el continente antártico a finales del año pasado. Sus gruesas paredes y su considerable altura permiten afrontar las extremas temperaturas del Polo Sur con un poco más de comodidad.

Junto a los contenedores se exhibe una amplia muestra fotográfica de la labor logística española en la Antártida y de otras misiones como las de Afganistán, Irak o la antigua Yugoslavia.

"La logística militar empezó a progresar a raíz de las misiones internacionales. Fue entonces cuando el Ejército comenzó a potenciar y a desarrollar este ámbito conforme iba descubriendo sus necesidades", señala Sánchez Loureiro, quien admite la influencia de Estados Unidos en la aplicación de nuevos sistemas para mejorar las condiciones de vida de los militares en el extranjero.

"Por ejemplo, Estados Unidos ha aportado conceptos como las cabinas sectorizadas para cuestiones concretas", explica este comandante, quien reconoce con tono jocoso el desconocimiento social existente en torno a la labor de este sector de las Fuerzas Armadas: "Algunos se piensan que en las bases del extranjero seguimos viviendo en tiendas de campaña de las de hace más de veinte años".

Por eso, Sánchez Loureiro califica de "vital" la labor de los logísticos en las misiones, ya que su trabajo "repercute directamente en el de los demás".

Precisamente, el Malrepir se convertirá con motivo de la reestructuración del Ejército en Fuerza Logística Terrestre, de la que dependerán todas las comunidades del norte español.