Los dueños de perros han sido unos seres privilegiados durante esta cuarentena. Hasta que han llegado las primeras medidas de flexibilización del confinamiento eran los privilegiados que podían salir a la calle a dar una paseo. Con sus limitaciones y una bolsa de plástico para recoger excrementos, pero felices por estirar las piernas dando una vuelta a la manzana. Pero no han sido los únicos que han vivido la situación desde una posición preferente. Los perros que viven en en el centro de acogida municipal (sin dueño por el momento) han estrenado instalaciones en el polígono de La Cartuja. Y la verdad es que han agradecido la tranquilidad que supone tener la actividad industrial en hibernación para adaptarse a su nueva realidad.

El hogar al que se ha mudado Loki y unos sesenta compañeros todavía está recibiendo los últimos retoques. Las instalaciones de Peñaflor se habían quedado anticuadas y en el nuevo recinto van a tener más espacios para el paseo y los cuidados. Aunque a simple vista todavía no lo parezca, pues aún falta bastante tiempo para que las zonas verdes cumplan con su función. Sin embargo, Loki, uno de los animales que más tiempo lleva en el centro, parece ajeno a esta realidad. Aunque ha ganado peso, salta de alegría cuando se le acerca José María Barea, uno de los operarios municipales que se encarga de pasearlo. Su historia es triste, aunque su rabo transmita lo contrario: entró como cachorro, pero como es un cruce de pitbull tiene pocos pretendientes. Esa e la dura realidad de las razas potencialmente peligrosas, que tienen un estigma sobre ellas aunque luego sean todo bondad y cariño.

«Todavía nos estamos adaptando a la nueva situación», explica la veterinaria María Jesús Ramírez, una de las personas que forma parte del equipo del Centro Municipal de Protección Animal de Zaragoza, normalmente compuesto por una decena de personas.

Estos días la actividad se ha reducido bastante, puesto que no se han permitido las visitas de los voluntarios que los fines de semana suelen colaborar con los paseos de los canes. Esto ha permitido garantizar la seguridad de todos los trabajadores y ha impedido que estas personas se beneficiaran de ese privilegio tan demandado. Además, los ingresos se han reducido notablemente, pues se han limitado a la entrada de algún animal perdido. Las gestiones para recuperalos se han tenido que realizar por internet, pues no hay que olvidad que no estaba permitido salir por ahí a la búsqueda de la mascota perdida.

Como excepción han salido algunos animales de acogida, sobre todo los que están más enfermos y requieren cuidados especiales. Eso permite que estén más acompañados, sobre todo en una época en la que se está trabajando en la adaptación del espacio. Los perros tienden a ponerse nerviosos cuando se les cambian las rutinas y estos días de calma se han acostumbrado bastante bien a sus nuevas jaulas. «Les produce mucha ansiedad ver pasar a personas nuevas», destaca. Esta «catarsis» servirá también para definir las labores que puedan realizar los voluntarios.

Las zonas de paseo en la actualidad presentan una imagen desolada, aunque dejan ver el paisaje de la estepa zaragozana. Con el paso de los días se adaptarán con arena, gravas o cortezas. Diferentes tipos de textura para que los animales puedan disfrutar de su tiempo fuera de las celdas. Ese será el momento en el que Copita (todo ganas de jugar) pueda camelarse a algún adoptante, pues tendrá los rasgos fieros de su raza, pero reclama arrumacos constantes. O Django (jovencito, de color oscuro, algo atigrado, miedoso), completamente atento a las golosinas que saca la veterinaria de su bolsillo. Es una forma de compensar los padecimientos que les hace pasar en la clínica, bromea.

Un avispado gato lo contempla todo desde la lejanía. Por el momento todo el recinto de felinos lo tiene a su disposición. Está equipado con bastante juguetes, troncos y demás elementos para que pueda rascar a gusto. Cuando se le acercan se tumba en el suelo para invitar a que le rasquen la tripa. Se nota que echa de menos a sus antiguos dueños. Es naranja y se encuentra en plena forma. Además, la fauna se completa con un hurón, por que son las cosas. «Es encantador», defiende Ramírez.