Sucedió en la primera quincena de agosto de 1936. Pilar Gimeno no recuerda el día exacto en el que la Guardia Civil rodeó la «casa de los abuelos», en Magallón, y se llevó detenido a su tío Julián Navarro, un activista de la UGT que con 25 años fue encarcelado en la prisión de Ejea de los Caballeros. Allí estuvo durante 24 horas por ser sindicalista, después desapareció y nunca más se supo de él.

Pilar, que ahora tiene 64 años, decidió involucrarse en esta «lucha por contar la historia de verdad y hacer justicia» cuando el Gobierno de Zapatero aprobó la primera Ley de Memoria Histórica. Su tío no está en la fosa común del pueblo sino que debe de estar en La cuesta de La Marga, entre Navarra y Magallón. Lo sabe, dice, porque participó en la exhumación de la fosa común de su pueblo, donde se encontraron 81 cuerpos. Explica que ahora están intentando que les dejen hacer lo mismo en Tabuenca, pero se están encontrado con más problemas de los esperados. «Parece que Franco sigue vivo en este pueblo». Está convencida de que hay que seguir trabajando por «contar la historia». «A la gente lo que le llegan son los relatos, las vivencias reales», por eso la historia de su familia formará parte del trabajo documental que está haciendo la Oficina de Atención a las Víctimas del Franquismo del Ayuntamiento de Zaragoza.

Advierte de que la llegada de la extrema derecha a España, con la presencia de Vox, era algo que tarde o temprano iba a pasar. «Siempre ha estado escondida porque a mucha gente le daba vergüenza admitirlo públicamente pero ahora los franquistas están saliendo del armario», asegura. Por eso cree que «no se puede permitir que las nuevas generaciones desconozcan lo que pasó».

David Ubico no es el sobrino de un torturado durante el franquismo. Él es el torturado.

Sindicalista desde joven, cree que el problema al que se enfrenta la sociedad es el «desconocimiento», «la falta de información» y el «silencio». En el año 75, cuando tenía 25 años, fue detenido por la Brigada Político Social por «subversión».

La detención se produjo en el transcurso de una reunión clandestina en la que trabajan en la campaña para presentar candidaturas en los ilegalizados sindicatos. El lugar elegido fue el colegio Pignatelli del paseo Constitución, donde fueron sorprendidos. Había una veintena de personas en su sala y otros tantos maestros en otra. Todos fueron detenidos. «Estuvimos nueve días incomunicados, comiendo un bocadillo de sardinas al día y recibiendo palizas a diario». Cuando quedó en libertad y trató de encontrar trabajo descubrió que su cara estaba en las porterías de todas las empresas, por lo que se fue a Suiza durante un tiempo.

Ahora solo pide justicia porque entonces no estaba permitido reivindicarla, por eso se niega a pasar página, porque es ahora cuando puede hacerlo. «La transición se hizo sin tocar nada que estuviera relacionado con el franquismo y ahora es el momento».