Judith Prat, fotoperiodista aragonesa, participó en un proyecto de formación para comunicadores saharauis, organizado por el Observatorio aragonés para el Sáhara Occidental, con la colaboración del Ayuntamiento de Zaragoza. Fruto de ese trabajo surgió la exposición Sáhara Occidental no es país para periodistas, que puede verse en el Centro Joaquín Roncal de la Fundación CAI hasta el 14 de noviembre.

-El título de la exposición es clarificador, pero, ¿por qué?

-Porque Marruecos tiene una política clarísima contra la libertad de prensa en el Sáhara Occidental, de ahí el título. No solo por la política contraria a la libertad de prensa sino que los periodistas saharauis que quieren documentar o contar lo que sucede en sus territorios en muchos casos sufren una represión brutal que puede llegar hasta la cárcel. Y los periodistas extranjeros que han intentado documentar lo que sucede allí, en la mayoría de los casos son expulsados del país.

-Falta libertad de información pero también de formación.

-Claro, una de las violaciones de sus derechos que sufre la población de los territorios saharauis es que no pueden acceder a las universidades de periodismo, en clara voluntad de imposibilitarles que cuenten lo que ocurre. De la ocupación marroquí en el Sáhara Occidental y la violencia que parte desde el inicio negándoles la formación, nace el proyecto de la exposición, de intentar solucionar esa carencia de formación que tiene la población saharaui, que parte de la idea de acercar la formación en fotoperiodismo, en este caso, a un grupo de informadores saharauis.

-¿Cómo se nota en el día a día ese bloqueo informativo?

-La principal consecuencia de esas violaciones del derecho a la información las sufren las propios saharauis que son detenidos, encarcelados y represaliados por el simple hecho de querer contar lo que sucede en sus territorios pero la segunda consecuencia es que el mundo no conoce qué sucede de verdad en el Sáhara Occidental; todas esas violaciones de derechos humanos a la población por la ocupación marroquí no se conocen internacionalmente porque no es posible contarlo ni para los propios saharauis ni para los periodistas extranjeros, así que hay desconocimiento y silencio impuesto por Marruecos respecto a lo que allí ocurre.

-Hace unos años se hablaba mucho más de la situación saharaui, pero, ¿por qué ahora no está en la agenda política, tampoco en la de España?

-En España hay un abandono a la población saharaui y lo que ocurre allí y una falta de crítica institucional a la actitud de Marruecos; hay resoluciones internacionales de Naciones Unidas que establecen que la población saharaui tiene derecho a un referéndum pero no se ha conseguido y la comunidad internacional guarda silencio, muy especialmente España.

-¿Como recuerda su expulsión de El Aaiún?

-Fue una situación muy desagradable, muy tensa a pesar de que yo sabía que podía pasar. Un grupo de personas sin identificar me sacaron de la casa donde yo me alojaba, me metieron en un coche ymme interrogaron sin identificarse en ningún momento; podía intuir que eran policías marroquís, pero no se identificaron. Me llevaron a la estación, me interrogaron durante el trayecto y me obligaron a subir a un autobús para salir del Sáhara Occidental; así la situación fue tensa porque no cumple en absoluto con la legalidad internacional. La policía marroquí no siente que tenga que sujetarse a ninguna norma internacional; simplemente te expulsa y ya está, sin ninguna explicación, sin identificación; durante unas horas no sabes en manos de quién estás, así que bastante duro.

-¿Cómo fue el trabajo con los jóvenes saharauis, ya trasladado a Las Palmas?

-Como la formación no pudo impartirse en El Aaiún, decidimos trasladar la formación unos meses después a Las Palmas de Gran Canaria y que alumnos y alumnas del curso salieran para hacer la formación allí. Basamos la formación no solo en técnica y narrativa fotográfica si no también en ir definiendo en qué temas eran importantes que ellos pudieran tocar que son los que pueden verse en la exposición, que son qué agresiones sufren el pueblo saharaui con respecto a su cultura, por ejemplo, el tema de los presos políticos, de la lejanía de las cárceles, el tema de la educación vetada en muchos casos a la población saharaui o el tema de la expoliación de recursos naturales. Todo eso puede verse en la exposición tras el curso que hicieron los compañeros saharauis.

-¿Ha habido represalia hacia ellos tras participar en la formación?

-No especialmente por el hecho de haber hecho el curso pero sí que es cierto que el trabajo que puede verse en la exposición y que está hecho después durante varios meses y tutorizado por mí fue un proceso largo porque precisamente arriesgan muchísimo para hacer esas fotografías. Ellos han fotografiado cómo el pescado saharaui sale de Marruecos y se comercializa con la etiqueta marroquí y acercarse a eso es muy difícil o las plantas de fosfatos, otro de los recursos que sale de territorio saharaui y que se comercializa como marroquí; acercarse a esas plantas tiene un riesgo altísimo para ellos...

-También hay alguna fotografía suya.

-Yo no pude hacer fotografías porque apenas estuve unas horas en El Aaiún. Mi aportación son nueve retratos de los nueve alumnos y alumnas, de los compañeros saharauis. La exposición es de ellos y merecían tener la relevancia que merecen. Yo hice nueve retratos en blanco y negro que pueden verse en la exposición como homenaje a esos informadores saharauis que se juegan el tipo para contar lo que ocurre.

-Ha cambiado la situación desde que le expulsaron o sigue igual?

-Todo sigue igual, nada ha cambiado. Marruecos tiene absoluta impunidad en los territorios ocupados de Sáhara Occidental, cuando los saharauis poco pueden hacer salv denunciar y jugarse en muchos casos, la libertad o la vida, para informar de lo que allí ocurre y desde fuera lo que podemos hacer es actuar de altavoz de lo que ellos nos cuentan y esta exposición forma parte de eso, de intentar que su voz se oiga más allá de sus fronteras más allá de las dificultades porque creemos que el trabajo del periodismo, cuando hay censura, es tratar de esquivarla, y esta exposición tiene mucho que ver con eso.

-Ha viajado e informado desde muchas partes del mundo... ¿Marruecos es el lugar donde más difícil se lo han puesto?

-Sí, yo diría que es el único sitio desde el que no he podido trabajar literalmente. Apenas unas horas después de llegar ya me habían expulsado, así que sí, sin duda, es el lugar desde el que no he podido trabajar. Hay muchos otros donde hay muchas dificultades para los periodistas, Turquía es otro de los lugares donde tuve muchísimas dificultades, la policía me quitó las tarjetas de la cámara por tratar de informar de la violencia que el gobierno turco ejercía contra la población kurda... hay muchos países en el mundo donde es muy difícil informar. No es algo anecdótico. Yemen es otro país en el que es muy difícil entrar porque Arabia Saudí, que es quien lidera la coalición contra los hutíes impide a los periodistas entrar en el país y que se conozca lo que sucede allí.

-La libertad de información y de expresión, por lo que estamos viendo, hay que seguir reivindicándola cada día.

-Nunca ha sido una cuestión superada en ningún lugar. La censura existe a todos los niveles en todos los países y las dificultades para informar en según que situaciones existen en muchísimos países, así que a pesar de que hay diferentes tipos, hay que seguir reivindicando la libertad de prensa a todos los niveles, no solo los periodistas tenemos el derecho a informar sino que la población tiene derecho a estar informada y eso es algo que debemos defender a toda costa la profesión pero también la sociedad.