Pasar la noche en el hospital puede convertirse en una operación de alto riesgo. Si no, que se lo pregunten a Renée Martínez. La noche del martes, cuando se incendió la planta de psiquiatría del hospital Royo Villanova, estaba cuidando de su abuela, ingresada en traumatología.

Sobre las 11 de la noche, "un familiar que acababa de llegar al hospital me dijo que en el pasillo general olía a quemado y que las puertas habían sido cerradas".

Fue entonces cuando, por curiosidad, salió a la zona común de la planta y se encontró con los bomberos en plena acción. "Estaban subiendo una manguera por las escaleras". En paralelo, varios agentes de la Policía, enfermeras y personal sanitario les acompañaban a toda prisa con packs de agua, mantas y bombonas de oxígeno.

Ella estaba en la segunda planta y el ajetreo de gente se dirigía a la cuarta y quinta planta. "Según lo que nos decía el personal se habían quemado dos colchones de dos habitaciones distintas".

En acción

La voz de que algo estaba ocurriendo corrió como la pólvora y en pocos minutos un gran número de familiares estaban ayudando a subir hasta la cuarta planta agua y el material que les proporcionaban los sanitarios. "Nos encontramos a los pacientes reunidos en una zona común porque una de las alas del piso había sido cerrada por el humo que se había acumulado".

Y mientras unos subían, otros hacían todo lo contrario. "Tuvieron que bajar a varios pacientes por las escaleras, en camilla o sillas de ruedas para ubicarlos en plantas que no se hubieran visto afectadas por el humo o el conato" ya que se prohibió el uso de los ascensores.

Según Renée, debido al cierre de la quinta planta y parte de la cuarta, varios pacientes fueron reubicados de forma provisional en otras habitaciones. Por la mañana se comentaba entre los pasillos que hubo cuartos en los que tuvieron que dormir cuatro personas juntas. "Es una excepción", dijo.

A las 2.30 de la mañana los bomberos y la Policía Nacional comenzaron a abandonar el hospital. Los nervios del momento comenzaron a desvanecer. "Si no me hubieran dicho que algo estaba pasando no nos habríamos enterado", aseguró. El personal del hospital cerró las puertas de los pasillos del resto de plantas para evitar que entrara el humo y, en consecuencia, la tranquilidad no se vio alterada. "Sí que se notó que había menos enfermeras que de costumbre porque tuvieron que asistir a los pacientes afectados por el incendio".

Ayer no se hablada de otra cosa por los pasillos, las zonas de descanso y cualquier rincón del centro hospitalario, pero la normalidad ya parecía volver a ser la tónica habitual del Royo Villanova. Eso sí, la quinta planta estaba completamente precintada.