La situación económica derivada de la crisis del coronavirus ha terminado por hundir a algunas familias que vivían exclusivamente del ocio nocturno, hasta el punto de tener que cerrar definitivamente uno de los negocios y tener la persiana bajada del otro desde el mes de julio. Así le ocurre a Ana San Román, directora del popular Karaoke Tu Voz de Zaragoza y expropietaria de la sala de fiesta La Nueva Época en la calle María Lostal de la capital aragonesa.

En septiembre tuvo que dejar este último. «La Nueva Época era tipo discoteca, una sala de baile grande para personas de 30 años para arriba y lo tuvimos que cerrar por completo. No hemos podido llegar a un acuerdo con la propiedad y económicamente no se podía llegar», explicó San Román. Por otro lado, el karaoke permanece cerrado desde el mes de julio, y sin visos de poder abrir a corto plazo. «Abrimos el karaoke de junio y julio, el poco tiempo que nos dejaron, con todas las medidas de seguridad, pero ahora ya desde ese día no hemos podido abrir, la gente viene a cantar y cantar no dejan. Porque dicen que el contagio se produce por los aerosoles», señaló.

«No sabemos cuándo nos dejaran abrir, pero que me dejen poner música al menos, o que dejen cantar a las mesas con la mascarilla puesta, pero que me dejen un aforo mínimo. La gente nos llama y pregunta cuándo abrimos porque tienen ganas de cantar», añadió San Román. Con la esperanza de que lleguen buenas noticias, la propietaria del Karaoke Tu Voz reconoce que el año ha sido muy duro. «El año ha sido de pena, económicamente muy mal, porque nosotros como estamos catalogados como ocio nocturno somos de los pocos que hemos recibido los 3.000 euros, pero no llega a ser ni una propina, y moralmente estamos hechos polvo».

Otro de los afectados ha sido Miguel Tapia, antiguo gerente de un bar zaragozano con licencia de ocio nocturno que tuvo que dejar el 31 de enero. «Lo he traspasado medio regalado, a muy bajo precio. Hemos aguantado hasta enero y no ha sido nada sencillo», manifestó Tapia sobre el covid como causa inequívoca del traspaso del local, que actualmente permanece abierto con otros propietarios, en el Tubo de la capital aragonesa.

«Nuestra principal actividad era como ocio nocturno, éramos un café-bar con licencia de pub. Gracias a eso pudimos abrir como cafetería sin tener que hacer papeles. En su día fuimos cautos», aseguró Tapia, reconociendo, por otro lado, que el no poder abrir por las noches fue lo que condujo al cierre. «Abríamos temprano para dar cafés, pero lo fuerte era la noche y no lo pudimos hacer en ningún momento. La ruina ha sido total hasta el punto de que hemos tenido que traspasarlo», reseñó.