La pandemia está suponiendo un roto en la vida de todos los aragoneses y nadie está exento de sufrir la conocida como fatiga pandémica. Tampoco los mayores, muchos de los cuales llevan un año sin apenas ver a sus familias. Lucia Tomás, presidenta el Colegio Profesional de Psicología de Aragón (COPPA), miembro del Grupo de Psicología de Envejecimiento y Discapacidad del COPPA e integrante del Observatorio Aragonés de la Soledad (OAS), organismo creado por el Justicia de Aragón responde a las preguntas de este periódico.

Se tiende a pensar que problemas como la depresión o la ansiedad son dolencias “nuevas” que afectan a las personas de mediana edad o las jóvenes pero, ¿cómo afectan a los ancianos?

Afectan de la misma manera. La depresión y la ansiedad son trastornos que no entienden de edad. Los síntomas son los mismos y no se relacionan con la edad, aunque las causas puedan ser diferentes y se manifiesten de manera distinta. Siguen siendo igual de incapacitantes y molestos.

¿Es más complicado de detectar estos problemas en las personas de la tercera edad? ¿Se abren menos?

No es porque se abran menos, generalmente se les presta menos atención pues sigue habiendo muchos prejuicios. “Es mayor, es normal”, se dice. Se atribuye todo a la edad. Se trata de una generación que no ha ahondado tanto en la gestión emocional. Vienen de un contexto completamente diferente y no se les ha transmitido la importancia de la gestión de las emociones. Ahora sabemos que nuestras emociones influyen en nuestro bienestar, pero esto antes no se hablaba como tal.

¿Cómo ha podido afectar la pandemia a los mayores en general en cuanto a su salud mental?

Obviamente el aislamiento, la soledad, el miedo al contagio o la incertidumbre son ingredientes que han generado malestar en toda la población, pero sobre todo en los más mayores que se han convertido en población diana de esta pandemia. Por supuesto, hay que tener en cuenta que no es lo mismo hablar de una persona de 65 años que de una de 85 años, así como las circunstancias, salud física y recursos personales de cada persona que serán singulares e influirán en el manejo de las situaciones adversas.

¿Y a los de las residencias?

No se puede generalizar, pero en las residencias se han vivido situaciones verdaderamente traumáticas. Estar encerrados en su cuarto, ver a compañeros morir, estar alejados de los suyos y muchas veces no enterarse de lo que estaba ocurriendo. Muchas de estas personas han vivido situaciones muy complicadas, a pesar de estar bien atendidas.

¿Cómo se pueden tratar estos problemas en las personas mayores para hacer su vida más llevadera?

Mantenerse conectado, pasear, hacer actividades o tener algún hobby, mantener la mente ocupada y, sobre todo, cuando detectamos que la situación se prolonga o sobrepasa a la persona que la padece, es imprescindible acudir a un profesional. Hay que escuchar a las personas mayores, pues muchas tienen la impresión de que nadie tiene tiempo para ellas. Permitid que expresen sus miedos y preocupaciones sin minimizar lo que sienten.

¿Cuál es el perfil de una persona mayor con problemas de salud mental?

Hay tristeza, se siente una falta de ilusiones en la vida, irascibilidad, nerviosismo, con miedo y desánimo. Se les hace pesada la vida. Recordemos que la salud mental influye en la salud del cuerpo, y a la inversa. Así pues, hay que estar atentos a ambos, la salud mental y la física. El miedo a enfermar y perder autonomía, la muerte de un ser querido, dificultades económicas, etc., pueden llevar a las personas al límite de sus recursos personales para gestionar estas situaciones.

La vacuna nos acerca al final. ¿Hay que saber gestionar ahora una desescalada emocional?

Van apareciendo pautas a seguir para aquellas personas que han sido vacunadas, esto nos va a dar más margen de actuación, pero tenemos que seguir siendo prudentes y responsables, esto puede suponer un poco de esperanza, pero no podemos bajar las precauciones. Esperemos que poco a poco podamos reducir ese estado de alerta en el que llevamos un año -algo verdaderamente agotador a nivel mental para cualquier persona- para volver a tener un poco de estabilidad y que los miedos se vayan disipando.