«El nivel de prejuicios es muy grande. Son personas ausentes hasta que desaparece un lápiz. Entonces, pasan a ser el foco principal de la sospecha». Con este ejemplo resume el profesor de la Universidad de la Coruña Jurgo Torres la situación de invisibilidad y estereotipos que vive el alumnado gitano en el sistema educativo. Un colectivo invisibilizado que, en la mayoría de las ocasiones, solo obtiene un protagonismo negativo, relacionado con esos prejuicios que sobrevuelan encima de él. Torres es uno de los ponentes que participaron este fin de semana en las trigésimo novenas jornadas de Enseñantes con Gitanos, un encuentro que reunió a 130 personas, entre docentes de toda España y jóvenes de esta etnia, en el que han compartido experiencias educativas.

Uno de los puntos centrales de esta cita giró en torno a esa invisibilidad. Precisamente, Torres centró su charla en el papel del pueblo gitano dentro del currículum educativo. «Los documentos oficiales lo obvian siempre», empezando por la Lomce. «La ausencia es brutal», remarca este académico que aboga por trazar planes integrales desde varias facetas (sanitaria, educativa, laboral... ) para combatir estos problemas.

Una invisibilidad de la que es testigo Rocío Serrano, una joven maestra gitana que nació y vive en las 3.000 viviendas de Sevilla. Serrano se muestra «totalmente» de acuerdo con Torres y recuerda que hay una asuencia de contenidos sobre la historia de su pueblo «total». Ella tuvo la suerte de estudiar en un colegio que síla contemplaba, aunque cree que es el único de su ciudad que lo hace.

Además, Serrano descubre las dificultades de luchar contra los estereotipos y de caminar entre dos mundos -el gitano y la sociedad mayoritaria- que no termina de quitarles la etiqueta. Para unos, el estar «apayada»; para otros, ser gitana. «Te acabas planteando el conflicto de qué es ser gitano», reflexiona. De su experiencia como estudiante, destaca la importancia de tener buenos docentes que apoyen a los pequeños y de la familia, que también quiera ese futuro para sus hijos. Cumplir esa meta y convertirse en maestra le permite ser un referente para los más jóvenes en su barrio: mujer, gitana y maestra.

«Nacer en un sitio o en otro te va a marcar una trayectoria», recuerda Alfredo García, nacido en el barrio de El Gancho y profesor de Turismo y Hostelería. Tras pasar una infancia muy dura, este joven superó esas dificultades y ahora quiere que otros chicos salgan adelante. «Nunca os pongáis una meta, caminad, que no os digan que no podéis», concluye.